- - El Blog de Ducados: febrero 2006

lunes, febrero 27, 2006

Un día en Terrassa (II)

16:40

Transcribo un trozo de la página 12 de El fin de las certidumbres:

"La cuestión del tiempo y el determinismo no se limita a las ciencias: está en el centro del pensamiento occidental desde el origen de lo que denominaremos racionalidad y que situamos en la época presocrática. ¿Cómo concebir la creatividad humana o cómo pensar la ética en un mundo determinista? La interrogante traduce una tensión profunda en el seno de nuestra tradición, la que a la vez pretende promover un saber objetivo y afirmar el ideal humanista de responsabilidad y libertad. Democracia y ciencia moderna son ambas herederas de la misma historia, pero esa historia llevaría a una contradicción si las ciencias hicieran triunfar una concepción determinista de la naturaleza cuando la democracia encarna el ideal de sociedad libre. Considerarnos extraños a la naturaleza involucra un dualismo ajeno a la aventura de las ciencias y a la pasión de inteligibilidad propia del mundo occidental. Según Richard Tarnas, esa pasión es "reencontrar la unidad con las raíces del propio ser".
Hoy creemos estar en un punto crucial de esa aventura, en el punto de partida de una nueva racionalidad que ya no identifica ciencia y certidumbre, probabilidad e ignorancia."

19:10

Me quedan 3 horas de tutoría. Esta mañana no estudié, me tengo que levantar antes para llegar a Terrassa más pronto y poder hacer lo que tengo que hacer.

21:00

Me queda una hora de clase; después no sé que haré para volver a la estación. Tengo que utilizar Renfe porque compré un billete ida-vuelta.

22:25

Estación de Renfe de Terrassa. Ahora mismo estoy esperando el ferrocarril que me lleve a BCN, desde hace 10 minutos está prevista la llegada de uno, dirección Hospitalet.
Interesante la fundamentación de la moralidad de Apel a través de los condicionantes pragmatico-transcendentales del lenguaje, me gustaría publicarlo en el blog.

21-01-2006
1:06

Ya estoy en casa. Quedé como semifinalista por mi poema "Lo pequeño y lo grande" en el concurso de centro poético; ahora pasaré a la final.
También lo publicarán en la antología "Lluvia de Recuerdos", tengo que escribirles una carta para darles mi permiso.

PD: Al día siguiente me enteré que ese concurso de Centro Poético era una Estafa. A todos los concursantes les dicen que han quedado semifinalistas para que luego paguen por el libro donde saldrán publicados su poema (la tirada de ejemplares es el número de concursantes que se decidan a comprarlo). Cosas veredes, Sancho...

viernes, febrero 24, 2006

Un día en Terrassa (I)

Paralelamente a este blog, escribo un diario. Lo publicado en este post pertenecen a notas recogidas el pasado Lunes en Terrassa, donde tengo la facultad de Filosofía. Cada Lunes voy para participar en las tutorías -podríamos llamarlo también "clases". En fín, un día en la vida de un estudiante...

Lunes, 20 de Febrero de 2006.
15:00 PM

Hoy he tenido un ataque de angustia en una libreria de Terrassa. La dependienta me hizo mal las fotocopías de "La política como vocación" (Max Weber) y tuvo que repetir las 100 páginas. Fuí a un estanco, compré un paquete de tabaco y un mechero. Durante dos horas fumé casi un cigarrillo tras otro, después en el parque que está al lado del Vapor Universitario (Facultad de la Uned en Terrassa) los tiré a una papelera.
No hay peor humillación que ser un drogadicto, pienso que el tabaco es una de las peores drogas que existen; por lo menos el hash tiene efectos añadidos (hilaridad, relajación), en el tabaco el placer y la seguridad son consecuencia del aplacamiento del mono.
Fumar, esclavitud, Chronos, guerra, muerte...
No fumar, libertad, Aidion, paz, vida...
Hoy se me han ocurrido unas reflexiones sobre el sistema laboral, la política y el cristianismo (por separado) será cuestión de irlo madurando.

16:23 P.M

Comprar "El fin de las certidumbres" de Ilya Prigogine. Ed. Taurus. ISBN: 84-306-0025-6.
Después de leer "El Quijote", leeré completo "La Historia del Tiempo" de Stephen Hawking.
Compraré también el 2º volumén de la "física" de Tipler.

(Continuará. Ahora me marcho a Galicia.)

sábado, febrero 18, 2006

Sobre el eterno retorno

A) Texto Fuente

" Al eterno retorno, cabe distinguir un aspecto metodológico de uno doctrinal. A saber: que enunciado en forma denegativa el eterno retorno coincide con la crítica de la ilusión natural antropocéntrica, pues obliga, tal y como lo explicitará perfectamente Aristóteles -siguiendo una vez más a los presocráticos de quienes lo ha aprendido, y al lógos de Parménides que acabamos de recordar-, obliga a comprender, decimos, que lo último para nosotros: el límite, es lo primero-principal o arché: lo primero-en sí o causal. Por lo que, para encontrar los primeros principios o primeras causas, hay que invertir el sentido del tiempo cronológico que nos proyecta cinéticamente sin límite en las divisiones de la extensión, y pararse en las síntesis de orden o unidades determinadas, para preguntarse allí mismo por cuál sea su sentido simple: por cuál sea la causa última, la suya propia, de cada-unidad compuesta. Pararse en los límites compuestos y dar la vuelta hacia arriba, o el salto hacia atrás, que permiten empezar a pensar en sincronia causal y acceder al campo diferente de los principios causales.

Desde el punto de vista propositito, por otra parte, se trata de lo mismo, pero la ley de eternidad del retorno, subordina ahora el método, una segunda vez, a la verdad del método, por lo que ahora el eterno retorno establece la primacía de la acción sobre el movimiento y sobre lo potencial referencial o doble, siempre de acuerdo con la primacía del límite que es la de lo simple-necesario o indivisible sobre las estructuras. Ello abre, en rigor, el campo de la causalidad condicional simultánea que legisla las modalidades de lo posible condicionado y lo necesario hipotético, refiriéndolas a lo necesario-posibilitante del retorno del límite, y exigiendo que la acción intensiva del pensar se re-oriente de continuo o hacia las meras síntesis de orden-mundo, propias de lo subjetivo-objetivo conceptual; y, por último, como proyección-receptiva hacia el afuera de lo otro y el éxtasis del ser como acción diferencial o límite-limitante del pensar."

Título: El nacimiento de la filosofía en Grecia. Viaje al inicio de Occidente. Autora: Teresa Oñate y Zubía. Editorial Dikinson.

B) Glosa

1. El método.

Mientras que la razón mítica opera desde el relato, desde una narración con origen y final; la sabiduría de los límites se basa en el esclarecimiento de los arché, principios o límites. Se trata de escindirse del proceso causa-efecto para preguntarse de forma ucrónica (quizás sería mejor decir sincrónica) "¿Qué se esconde tras el fenómeno? ¿Cuál es su posibilitante?"
Podemos ver aquí que el principio del etorno retorno posibilita todo conocimiento científico, es la premisa para todo tipo de conocimiento. Comprendiendo las bases de este método conocemos las bases de toda ciencia abstracta o empírica.

2. La Doctrina.

La doctrina del eterno retorno se fundamenta en que el arché genérico de la realidad se basa en la simultaneidad de límite y acciones fenoménicas. Ambos son perspectivas de un mismo factum, son las dos caras de una misma moneda, de la moneda de la realidad. Por eso doña Teresa Oñate escribe que "subordina el método a la verdad del método", en tanto que es un principio o límite genérico de la realidad plural-diferencial.

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De forma muy general, considero que el eterno retorno es una teoría condicionante del pensamiento científico o liminar, porque excluye a su enemigo, el pensamiento mítico-narrativo. Va mucho más allá de presentar una alternativa a la perspectiva del chronos cristiano podemos decir que es una modalidad de logos. Una linterna que ayuda a guiarnos en la oscuridad.

viernes, febrero 17, 2006

Resurrección IV

Unos rayos de luz acarician mis ojos tras la persiana. Enseguida noto que estoy sujeto, amarrado a la cama. Unas correas en las muñecas y en mis tobillos me mantienen inmovilizado. Tengo la boca seca pero la puerta de la habitación está cerrada y dentro no hay nadie. Hay tres camas en total, en la del medio estoy yo.

Al cabo de un rato entra un hombre -extremadamente delgado y con melena- con pinta de yonki:

-Hola

-Hola -contesto- ¿cómo te llamas?

-Carlos ¿y tú?

-Yo Ducados -me cuesta pronunciar bien las palabras- oye, me puedes ayudar a desatarme...

-Son magnéticas son imposibles de sacar.

En ese momento pienso en manipularle un poco para que me ayude a liberarme de las correas (no me entra en la cabeza de que es extremadamente difícil).

-¿Puedes retirar la sabana por lo menos?

Tira suavemente de la sabana que me cubre pero en un momento determinado empieza a repetir:

-No, no, no...

Y se marcha, dejándome solo otra vez.
Al cabo de unos minutos entra un hombre bastante mayor y una mujer de mediana edad ambos vestidos con batas:

-Bueno, Ducados, que tal estás.

-Bien pero creo que estoy muerto, ¿verdad?. Mire mis venas, ¿de que color las ve?, ¿a que no se distinguen?

-Sí que se ven, están como tienen que estar.

Esta respuesta me deja perplejo y destruye uno de los pilares de mi
delirio, la facticidad de mi muerte en el día de mi cumpleaños.

No recuerdo si hablaron algo más conmigo sólo sé que al irse, empecé a dar vueltas a la idea de liberarme de mis correas. Estaba desesperado, entonces tuve la idea absurda de recavar en la energía sexual -me sentía muy débil fisícamente- para conseguir liberarme y empecé a intentar la masturbación (no conseguí nada porque la medicación era fuertísima no permitía ninguna erección).

Sin embargo, una de las correas estaba más suelta que las demás y conseguí liberarme de ella, la de la muñeca izquierda, aún hoy en día no sé que pasó exactamente. Unos instantes después vino otro médico con la misma enfermera, sonriendo me mira:

-Bueno, dejémosle que ahora mismo está en momento onanismo -aunque la sabana tapaba mi cuerpo, calibró donde estaba mi mano.

Al cabo de otro rato vinieron dos enfermeras y vieron que tenía una mano desatada, mientras se preguntaban quién me habría quitado esa correa, me desataron el tobillo derecho. Dejándome en la posición que llaman "diagonal" que permite una mayor movilidad del enfermo sin estar totalmente liberado. Perdida toda noción del tiempo, empiezo a sentir hambre y el olor a comida se extiende por toda la habitación. Un celador abre la puerta de la habitación y me desata las dos correas restantes, así mismo me informa que mis padres después de la comida vendrán a visitarme. Empiezo a gozar de la nueva ampliación de libertad con una comida absolutamente espantosa.

miércoles, febrero 15, 2006

"Ayuda a poner fin a esta vergüenza"

Texto de Allen Carr en "Es fácil dejar de fumar si sabes cómo" Editorial Espasa-Práctico.

En mi opinión, el fumar es la mayor vergüenza de la sociedad actual, peor incluso que las armas nucleares.

La base de toda nuestra civilización, el factor que nos ha permitido avanzar tanto, es nuestra capacidad de comunicar nuestros conocimientos y nuestras experiencias, no sólo unos a otros, sino a las generaciones futuras. Incluso los animales de las escalas inferiores tienen que advertir a sus crías de posibles peligros en la vida.

Con las armas nucleares no hay problema mientras no exploten. Los que defienden una política de fuerza nuclear no paran de decir, con aire de suficiencia: "Estas armas mantienen la paz." Si algún día explotan, resolverán el problema del tabaco y todos los demás problemas, y para los políticos es una satisfacción saber que no habrá nadie para decirles: "Os equivocasteis." (¿Será por eso por lo que escogen la opción nuclear?)

Sin embargo, a pesar de mi desacuerdo con las armas nucleares, estoy convencido de que estas decisiones se toman con la mejor intención; que los políticios realmente creen que sirven a la humanidad. Sin embargo, con el fumar se conocen perfectamente los hechos reales. Tal vez durante la Segunda Guerra Mundial creyesen de verdad que el tabaco daba valor y confianza, pero hoy desde luego saben que es falso. Mira los anuncios modernos de tabaco. Ya no dicen que te relaja o que te proporciona placer. Sólo hacen hincapié en el tamaño de los cigarrillos y la calidad del tabaco. ¿Por qué nos ha de importar el tamaño o la calidad de un veneno?

La hipocresía es increíble. Como sociedad, nos indignamos con los heroinómanos y con los que esnifan pegamento. En comparación con el tabaco, estos problemas son ridículos. El 60 por 100 de la sociedad es o ha sido adicta a la nicotina, y la mayoría de los fumadores gasta gran cantidad de dinero en cigarrillos. Todos los años se destrozan decenas de miles de vidas por esta adiciión. Es, con mucho, la que más mata en la sociedad occidental, y el más interesado en que la cosa continúe es el propio gobierno. El Estado español ingresa anualmente billones de pesetas gracias al sufrimiento de los adictos a la nicotina, y a los imperios del tabaco se les permite gastar más miles de millones de pesetas para anunciar sus porquerías.

Qué listos son dejando que las empresas tabacaleras impriman en el paquete aquella advertencia, o que el gobierno se gaste una miseria en programas de televisión que nos adviertan de los peligros del cáncer, del mal aliento y las trombosis, para luego autojustificarse moralmente diciendo: "Ya os hemos advertido del peligro. Ahora es vuestro problema." El fumador no puede escoger, como tampoco puede el heroinómano. El fumador no decide conscientemente engancharse: se le tiende una sutil trampa. Si los fumadores pudieran escoger, mañana por la mañana sólo fumarían unos cuantos jóvenes que creen que pueden dejarlo cuando quieran.

¿Por qué esta doble moralidad? ¿Por qué a los heroinómanos se les considera delincuentes ante la ley y al mismo tiempo se les permite inscribirse como adictos, suministrándoles heroína gratís y un tratamiento médico adecuado para ayudarles a dejarlo? Intenta inscribirte como adicto al tabaco. Ni siquiera podrás conseguir cigarrillos a precio de costo. Tienes que pagar el triple de su valor real, y cada vez que el gobierno necesite más dinero te apretará más la tuerca. Como si el fumador no tuviera ya bastantes problemas.

Si acudes a un médico te dirá: "Déjalo, te va a matar", cosa que ya sabes perfectamente (por eso has acudido a él), o te recetará un chicle o parche de nicotina que te puede costar un dineral y contiene la droga que quieres dejar.

Las campañas de terror no ayudan a los fumadores en sus intentos de dejarlo, se lo hacen todavía más dificil. Lo único que se consigue por ese camino es asustar a los fumadores, lo cual aumenta su necesidad de fumar. Ni siquiera se evita que los jóvenes se enganchen. Los jóvenes saben que los cigarrillos matan, pero también saben que no se morirán por fumarse uno. Como el hábito está generalizado, el joven acabará, por presión social o por mera curiosidad, por probar un cigarrillo. Como le sabrá tan asqueroso, lo más probable es que se enganche.

¿Por qué permitimos que continúe esta vergüenza? ¿Por qué no nos dicen a las claras que es una droga y el veneno asesino número uno, que ni te relaja ni te da confianza, sino que te destruye la personalidad y que te puedes enganchar con un sólo cigarrillo?

Me acuerdo de un episodio de La máquina del tiempo, de H. G. Wells. El autor describe un incidente en un momento del futuro, cuando un hombre cae a un río. Sus compañeros se quedan tranquilamente en la orilla como si fueran vacas, sin prestar atención a sus gritos de desesperación. Cuando lo leí, lo encontré inhumano y profundamente preocuapante. Veo un fenómeno similar en la apatía que muestra nuestra sociedad hacia el problema del tabaco. Permitimos que se televisen deportes promocionados por las empresas tabacaleras en las horas de mayor audiencia. Imagínate la que se armaría si fuese la Mafia la que promocionara el deporte, con la intención de enganchar a los jóvenes con la heroína. Y que después del partido, o lo que sea, veamos al presidente del club no cómo fuma un cigarrillo, sino cómo se inyecta heroína.

¿Por qué permitimos que nuestra sociedad siga utilizando a sus jóvenes sanos y fuertes, obligándoles a gastar auténticos dinerales para tener el privilegio de destrozarse física y mentalmente durante el resto de sus días, en un estado de auténtica esclavitud, para vivir una vida de suciedad y enfermedad?

A lo mejor piensas que dramatizo demasiado. No es así. Mi padre perdió la vida cuando tenía poco más de cincuenta años debido al tabaco. Era un hombre fuerte, y quizás hubiera estado vivo todavía si no hubiera fumado.

Estoy convencido de que estuve a punto de morir yo mismo antes de los cincuenta años, aunque mi muerte se hubiera atribuido a una hemorragia cerebral, y no al tabaco. Ahora hablo todos los días con personas, que ya padecen las horribles enfermedades que el tabaco produce, o a las que les falta poco. Y si te lo piensas un poco, tú también conocerás casos de estos.

Algo está cambiando en la sociedad, se ha formado una bola de nieve que ya rueda por la pendiente. Espero que este libro sirva para ayudar a que se convierta en una avalancha.

Tú también puedes ayudar: haz que se extienda nuestro mensaje. <...>

Fundalmentalmente estoy de acuerdo con lo que se dice en este texto, ser fumador, en realidad, es una autohumillación continua. En estos momentos llevo 27 horas y 15 minutos en mi nueva vida como ex-fumador. Esta es una guerra que pienso ganar, por salud y sobre todo, por libertad.

sábado, febrero 11, 2006

Teruel Existe

No sé si recordaréis hará cosa de algo más de un lustro, estaba de moda una iniciativa ciudadana llamada "Teruel Existe". "Teruel Existe" se creó con la intención de denunciar el continuo olvido al que se veía abocada la provincia de Teruel por parte de las administraciones públicas. Verbigracia, en toda la provincia de Teruel (según el censo del 2001: 135.898 habitantes) había unicamente dos ambulancias para cubrir todo el territorio, una situada en la ciudad de Teruel y la otra en Alcañiz.

Yo estaba un poco sensibilizado por el tema -mi padre es de Teruel y desde pequeño siempre he ido allí- y cuando mis padres decidieron aprovechar las ofertas de la Tarifa Plana para tener Internet en casa, una de las primeras cosas que hice fue ir a la web de "Teruel Existe". Lo más interesante de todo era el foro, dónde personas de toda ideología daban su opinión sobre la deplorable situación de este territorio aragonés y realizaban propuestas para mejorarla. Uno de esos días, a finales del 2000, vi un post en el que proponían envíar a cada uno de los diputados del congreso una postal felicitando el nuevo año 1901 (el año que iba a entrar en Teruel respecto al resto de España). Yo me puse manos a la obra.

Me fuí a la web del congreso y mediante copy-paste me hice con todos los correos de los diputados. Después me puse en contacto por e-mail con la coordinadora y un delegado me envió un e-mail diciendo que se lo comentaría a los integrantes de la mesa directiva. Dieron el visto bueno pero faltaba un texto. Y me encargó el delegado escribirlo.
En el texto trataba de dar un leve tironcillo de orejas por la falta de interés de los políticos por esta provincia e invitándoles a visitar la provincia pues "nosotros" les acogeríamos con hospitalidad.
También envié mensajes de esta acción a la agencia efe y a algunos períodicos para que tuviera resonancia (y así nos hicieran los diputados más caso). Por supuesto, pasaron absolutamente del tema.

La historia acabó como suelen acabar estas cosas. Sólo nos respondieron dos diputados: Joaquín Almunia -por aquella época defenestrado de la dirección del PSOE, pero quizás por eso le ennoblezca un poco más- y José Antonio Labordeta. A ambos les tengo un poco de cariño.
Hoy en día ya no paso por la web de "Teruel Existe", creo que se han obsesionado demasiado con el AVE, habiendo temas mucho más acuciantes. En fín, me han venido estos recuerdos... fue una época bonita. Y antes de terminar, permitanme invitarles a descubrir este gran y desconocido territoritorio. Probablemente, disfrutarán.

viernes, febrero 10, 2006

Ida y Vuelta

-Y esa vez Pulgarcito lo que hizo fué ir tirando miguitas de su panecillo según iban andando, que les enseñaran el camino de vuelta del Bosque Umbrío; pero, al querer volver...
-Los pájaros se habían comido las miguitas.
-Eso es, Perucho; conque...
-No sabían por dónde, no tenían camino para volver.
-Así es el trance, Cinta. Y ¿qué os parece?
-Lo primero, si era tan listo, ¿cómo no contó que los pajarcitos vendrían a comérselas?
-Quizá es que era muy listo, pero no adivino.
-Y ¿por qué echar miguitas de pan precisamente?
-Se ve que no tenía a mano ni chinitas blancas ni guindillas coloradas, nada.
-Y ¿sólo tenía ese panecillo?, ¿y se quedó sin comer, el pobre?
-Claro, Pisca: se quitaba de comer para poder volver a casa de sus padres.
-Que eran unos bestias, que no querían más que quitarse de encima hijos.
-Es que, si no, Tomás, se les morían todos de hambre.
-Ya, y preferían que se murieran lejos de su vista.
-Bueno...
-Y entonces, lo que Pulgarcito quería era llevarles la contraria.
-Sin saberlo.
-Sin saberlo, ya. Y todo para nada, que vinieran los pajarcitos y...
-¿Pensáis que era para nada?
-Depende: a ver qué paso luego.
-A ver qué pasa ahora: porque yo no tengo ya más cuento que contaros. En este trance estamos, niños: ¿qué podemos hacer ahora?
-Descubrir el camino por tanteos.
-O inventarnos otro.
-Que no lleve a casa de los padres.
-Eso: a otro sitio.
-A un sitio sin caminos.
-A la selva virgen.
-Perdón, Mariola, que me entrometa. ¿Puedo?
-¿Quíén te lo impide, Ambrosio?
-Es que llevo un rato, ahí en el despacho, oyendo tu cháchara con los niños y, como no me dejáis que estudie...
-Bienvenido a la cháchara; y ¿qué se te ocurría sobre el trance?
-Tú ¿crees, Mariola, que es manera de contarles el Pulgarcito?
-¿No es, Ambrosio?
-Para que se queden perplejos y se les ocurran disparates.
-Pues tú ¿cómo se lo contarías?
¡Eso, eso, que se peleen los maestros!
-A callar, mocosos, que esto no es un partido de pelota. Díme, Ambrosio.
-A ver qué es lo que hago yo cuando les esplico la Historia de la Humanidad, las huellas de otros siglos, adónde hemos llegado.
-Eso, sí, ¿qué haces?
-Usted, don Ambrosio, no nos la cuenta para que volvamos por esas huellas. ¿O sí?
-Nada de eso, imberbe: siempre adelante, con el ejemplo que ellos nos legaron.
-Lo que los niños querían, Ambrosio, era encontrar camino para volver.
-Volver ¿adónde?
-Ése era el problema: que no hay adónde.
-No a casa de nuestros padres.
-Y ¿qué es eso de "volver", demonios?
-Que aquí hemos llegado, y no nos gusta.
-Casi que nos da miedo.
-Que estamos hartos de recoger leña, a lo que los padres nos mandaron.
-Y queremos jugar a otra cosa.
-¿Por qué, niños? ¿Qué es lo que no os gusta? ¿No vivís en el mejor mundo de los posibles?
-No les digas eso, hombre: ¿cómo va a ser el mejor, si no tienen más que éste?
-Si hubiérais crecido, como yo, en el hambre de las posguerras...
-Pero, maestro, eso son historias: no están aquí.
-Están porque nos las cuenta, nada más.
-¿Cómo?, ¿que no creéis que sea verdad lo que os cuento?
-Uf, verdad...
-Mire, maestro: los pajarcitos se las han llevado todas por los aires.
-¡Qué corambres de pajarcitos ni...
-Oye, Ambrosio, no te enfurruñes: el problema es que hay que volver y no se sabe cómo; que no va a ser desandando los pasos de la Historia.
-No, Mariola: como que ni se puede: sería ir contra la 2ª ley de la termodinámica.
-¿Qué taco ha dicho usté, maestro?
-Respeto, niño: dice que las cosas pasan siempre en un sentido y no en el contrario, que el camino no puede desandarse.
-Pero no se trataba de desandarlo.
-¿Es que, aparte de un sentido y el contrario, no se puede tirar por otro?
-Ése era el trance: habrá que ver.
-En todo caso, muchachos, permitidme que os diga que la Historia es siempre una enseñanza para cualquier futuro.
-¡Oh querido Ambrosio!, ¿quieres decir que nos enseña una procesión de errores para que no volvamos a caer en los mismos?
-Bueno, pues tal vez...
-¿Qué os parece de eso, niños?
-A lo mejor nos ayuda algo en el problema.
-Sí: que, sin saber cuál es el camino, sabemos que cualquiera menos ése.
-Y eso ya es saber un poco.
-Ya, monitos pelones: como "infinito menos uno".
-Pues eso, maestra, y ¡viva!
-Algo es algo.

Texto de Agustín García Calvo

miércoles, febrero 08, 2006

La Balada de Tolito

Tolito tiene un dado y una paloma,
una tos y una copa llena de vino,
y unas ropas con polvo de los caminos,
caminos que jamás llevaban a Roma.

Mago de las barajas y la sonrisa,
malabarista errante de las plazuelas,
corazón que le sale por la camisa,
botas de andar sin prisa ni mediasuela.

Empieza la función, pongan atención,
el circo cabe en un asiento del vagón.
Empieza la función, pongan atención,
billete de segunda, próxima estación.

A no ser por el alma y por la melena,
de sus vecinos no se distinguiría.
Su oficio es retorcerle el cuello a la pena
y abrir una ventana a la fantasía.

Para dormir a pierna suelta le basta
con tener para vino, pan y tabaco.
Igual te rifa un peine que echa las cartas
y saca el rey de bastos de tu sobaco.

Si quieres verlo, ven, busca en el andén,
Tolito siempre está bajando de algún tren.
Si quieres verlo, ven, busca en el andén,
Tolito siempre está subiendo al primer tren.

Cada vez que se enceuntran dos caminantes,
se cuentan sus andanzas y sus querellas,
le cuelgan a la noche un interrogante
y llegan hasta el fondo de las botellas.

Luego, entre cuatro muros y dos escuetos
colchones, rescatados de la miseria,
se intercambian los trucos y los secretos
del arte de ir rodando de feria en feria.

"Ponnos dos copas más antes de cerrar,
morirse debe ser dejar de caminar.
Ponnos dos copas más antes de cerrar,
hoy bebo a tu salud, mañana Dios dirá."

de Joaquín Sabina

Personas destino

Cuando caminas por el valle de lágrimas dirigiéndote a la montaña de la felicidad te encuentras con otros viajeros por el sendero. Cruzas palabras con ellos e intimidades. Después cuando nos paramos a descansar y nos pasamos la cantimplora, a veces pienso "Caray, yo podría haber sido él". Es en esos momentos, cuando uno ve que si no hubieran participado ciertas circunstancias y hubiera tomado otras decisiones respecto a su propia perspectiva personal, uno habría acabado siendo muy parecido a esa persona. Diciéndolo un poco más metafóricamente, si uno no hubiera dado el esquinazo a su destino habría sido un clon suyo.

Yo identifico a esas personas como "arquetípicas", es decir, transcienden el concepto de persona para ser un "modelo", una persona destino. En el caso de los seres humanos que he reconocido como mis personas-destino mas que "modelos" eran "antimodelos", prototipos que no debería haber adoptado. Sólo han sido tres y de las tres me he ido, paulatinamente, separando.

Normalmente, hacia la persona destino, pese a toda separación, tienes un vínculo que sigue siendo muy estrecho, ya que en bastantes momentos, se erige como tema de pensamiento. Son hitos en tu camino; referencias para el análisis y la memoria. De alguna forma, son imagenes tuyas en un espejo deformado y mantendrás siempre un pacto de sangre con ellas... cada movimiento que hagan lo reconocerás como la acción de una posibilidad tuya, que está muerta o agoniza en el rincón más escondido de tu corazón.

Cuando las gaviotas gritan al cielo "¡Misericordia!" para que puedan nutrirse de las entrañas del océano, cuando la soledad se agazapa detrás del sofá y los ojos se empiezan a cerrar, cuando a la risa se le añade un atisbo de duda; entonces, aparecen las personas destino para decirte en una voz muy bajita, como la voz de la conciencia: me traicionaste y debes pagar por ello. Debes pagar el precio de la angustia que debistes pasar y no nosotros, debes sufrir la sangre envenenada y el llanto de los niños depauperados... debes ser como nosotros.

Y entonces huyes utilizando la mirada como transporte. Pero la maldición te cubre con un manto desolado, el miedo sangra tu neurosis y el sol parece cada vez más lejos. Inspiras y espiras, te han pasado la mancha negra pero podrás acabar con ella -eso piensas para tener un motivo por el cual luchar y disfrutar en el eterno campo de batalla. Pero aún así llegan las preguntas, ¿Por qué no te deslizastes a la oscuridad? ¿Cómo evitaste tú destino?

Un vuelo de paloma quizás te dé la respuesta.

martes, febrero 07, 2006

Hoy me he equivocado

Hoy me he equivocado. Cuando compuse las coplillas del espantaniños se las enseñé a una persona que nombro explicitamente para que supiera este hecho. Él no se molestó (cuando podría haberlo hecho) y me reprochó que me dejará vencer por la sed de vengaza. Me dolió que pensara eso, porque es una persona a la que aprecio sinceramente, y decidí explicarle mis motivos en un foro del que es moderador. Al ver que seguía en sus trece, pensé que no podía contar con él en situaciones dificiles y que no era merecedor de mi confianza y decidí desagregarle del msn.

Me he comportado como el estúpido que probablemente soy y me siento bastante mal por mi actitud, muchas veces uno se sorprende al ver que pese a todo el trecho que se ha caminado se sigue comportando como un niño. Él lo único que ha intentado es ayudarme y yo le correspondo con un lloro. Y no tengo claro ni siquiera si podré enmendar la situación. En el caso del Espantaniños no vi mi lado oscuro y no me arrepiento de lo que hice, de esto sí. Hoy he visto mi lado más inmaduro, más irracional, más lamentable, más patético, más dudoso... el pie por donde cojeo.

Pese a que piense que soy vengativo, no debo tener una actitud tan desmesurada e infame, he de comprender su postura y respetarla. Nada más. En fín, a veces pienso que esto se debe a la falta de experiencia que siempre he tenido respecto a este tema. El complejo asunto de las relaciones entre humanos.

Así que si sirve de algo (y aunque no sirva de nada) te pido disculpas, Miguel.

lunes, febrero 06, 2006

El Miserere (Última parte)

III

Al día siguiente, los pacíficos monjes de la abadía de Fitero, a quienes el hermano lego había dado cuenta de la extraña visita de la noche anterior, vieron entrar por sus puertas, pálido y como fuera de sí, al desconocido romero.
-¿Oísteis, al cabo, el Miserere? -le preguntó con cierta mezcla de ironía el lego, lanzando a hurtadillas una mirada de inteligencia a sus superiores.
-Sí -respondió el músico.
-¿Y qué tal os ha parecido?
-Lo voy a escribir. Dadme un asilo en vuestra casa -prosiguió dirigiéndose al abad-, un asilo y pan por algunos meses, y voy a dejaros una obra inmortal del arte, un Miserere que borre mis culpas a los ojos de Dios, eternice mi memoria y eternice con ella la de esta abadía.
Los monjes, por curiosidad, aconsejaron al abad que accediese a su demanda. El abad, por compasión, aun creyéndole un loco, accedió, al fin, a ella y el músico, instalado ya en el monasterio, comenzó su obra.
Noche y día trabajaba con un afán incesante. En mitad de su tarea se paraba y parecía como escuchar algo que sonaba en su imaginación, y se dilataban sus pupilas, saltaba en el asiento y exclamaba:
-¡Eso es; así, así, no hay duda..., así! -y proseguía escribiendo notas con una rapidez febril, que dio en más de una ocasión que admirar a los que le observaban sin ser vistos.
Escribió los primeros versículos y los siguientes y hasta la mitad del salmo; pero al llegar al último que había oído en la montaña le fue imposible proseguir.
Escribió uno, dos, cien, doscientos borradores: todo inútil. Su música no se parecía a aquella música ya anotada, y el sueño huyó de sus párpados y perdió el apetito, y la fiebre se apoderó de su cabeza, y se volvió loco, y se murió en fin, sin poder terminar el Miserere, que, como una cosa extraña, guardaron los frailes a su muerte y aún se conservara hoy en el archivo de la abadía.

*

Cuando el viejecito concluyó de contarme esta historia, no pude menos de volver otra vez los ojos al empolvado y antiguo manuscrito del Miserere, que aún estaba abierto sobre una de las mesas.

In peccatis concepit me mater mea...

Estas eran las palabras de la página que tenía ante mi vista, y que parecía mofarse de mí con sus notas, sus llaves y sus garabatos ininteligibles para los legos en la música.
Por haberlas podido leer hubiera dado un mundo.
¿Quién sabe si no será una locura?

domingo, febrero 05, 2006

(Novedades en el Blog)

Damas y caballeros:

Si se fijan en la barra lateral de la izquierda de esta web, verán que hay una sección titulada "otras cosillas del blog". Hace muy poco que he creado esta sección, como podéis observar hay dos elementos.

Ducado's Chat es obviamente un chat creado para los usuarios que quieran charlar con la presteza que da este método. También podeis utilizar micrófonos y webcams en el mismo si así lo queréis.

La Taberna es un foro para que posteeis lo que queráis ya sea sobre el blog o, sobre todo, para que abrais otros temas de vuestro interés y podais aportar cosillas también vosotros de una forma más digna y más libre que en los comments... también puede servir para conocernos más entre nosotros.

En fín, espero que estas cosillas mejoren este humilde rincón y lo más importante, os doy mis más sinceras gracias por haber aguantado todo este tiempo mis chaladuras. :)))

El Miserere (Segunda Parte)

II

Después de una o dos horas de camino, el misterioso personaje que calificaron de loco en la abadía, remontando la corriente del riachuelo que le indicó el rabadán de la historia, llegó al punto en que se levantaban, negras e imponentes, las ruinas del monasterio.
La lluvia había cesado; las nubes flotaban en oscuras bandas, por entre cuyos jirones se deslizaba a veces un furtivo rayo de luz pálida y dudosa; y el aire, al azotar los fuertes machones y extenderse por los desiertos claustros, diríase que exhalaba gemidos. Sin embargo, nada sobrenatural, nada extraño venía a herir la imaginación. Al que había dormido más de una noche sin otro amparo que las ruinas de una torre abandonada o un castillo solitario; al que había arrostrado en su larga peregrinación cien y cien tormentas, todos aquellos ruidos le eran familiares.
Las gotas de agua que se filtraban por entre las grietas de los rotos arcos y caían sobre las losas con un rumor acompasado, como el de la péndola de un reloj; los gritos del búho, que graznaba refugiado bajo el nimbo de piedra de una imagen de pie aún en el hueco de un muro; el ruido de reptiles, que, despiertos de su letargo por la tempestad, sacaban sus disformes cabezas de los agujeros donde duermen o se arrastraban por entre los jaramagos y los zarzales que crecían al pie del altar, entre las junturas de las lápidas sepulcrales que formaban el pavimento de la iglesia, todos esos extraños y misteriosos murmullos del campo, de la soledad y de la noche, llegaban perceptibles al oído del romero, que, sentado sobre la mutilada estatua de una tumba, aguardaba ansioso la hora que debiera realizarse el prodigio.
Transcurrió tiempo y tiempo, y nada se percibió: aquellos mil confusos rumores seguían sonando y combinándose de mil maneras distintas, pero siempre los mismos.
"¡Si me habrá engañado!", pensó el músico: pero en aquel instante se oyó un ruido inexplicable en aquel lugar, como el que produce un reloj algunos segundos antes de sonar la hora: ruido de ruedas que giran, de cuerdas que se dilatan, de maquinaria que se agita sordamente y se dispone a usar de su misteriosa vitalidad mecánica, y sonó una campanada..., dos..., tres..., hasta once.
En el derruido templo no había campana, ni reloj, ni torre, ya siquiera.
Aún no había expirado, debilitándose de eco en eco, la última campanada; todavía se escuchaba su vibración temblando en el aire, cuando los doseles de granito que cobijaban las esculturas, las gradas de mármol de los altares, los sillares de las ojivas, los calados antepechos del coro, los festones de tréboles de las cornisas, los negros machones de los muros, el pavimento, las bóvedas, la iglesia entera comenzó a iluminarse espontáneamente, sin que se viese una antorcha, un cirio o una lámpara que derramase aquella insólita claridad.
Parecía como un esqueleto de cuyos huesos amarillos se desprende ese gas fosfórico que brilla y humea en la oscuridad con una luz azulada, inquieta y medrosa.
Todo pareció animarse, pero con ese movimiento galvánico que imprime a la muerte contracciones que parodian la vida, movimiento instantáneo, más horrible aún que la inercia del cadáver que agita con su desconocida fuerza. Las piedras se reunieron a las piedras; el ara, cuyos rotos fragmentos se veían antes esparcidos sin orden, se levantó intacta, como si acabase de dar en ella su último golpe de cincel el artífice, y a par del ara se levantaron las derribadas capillas, los rotos capiteles y las destrozadas e inmensas series de arcos que, cruzándose y enlazándose caprichosamente entre sí, formaron con sus columnas un laberinto de pórfido.
Una vez reedificado el templo, comenzó a oírse un acorde lejano que pudiera confundirse con el zumbido del aire, pero que era un conjunto de voces lejanas y graves que parecían salir del seno de la tierra e irse elevando poco a poco, haciéndose cada vez más perceptible.
El osado peregrino comenzaba a tener miedo, pero con su miedo luchaba aún su fanatismo por todo lo desusado y maravilloso, y alentado por él dejó la tumba sobre que reposaba, se inclinó al borde del abismo por entre cuyas rocas saltaba el torrente, despeñándose con un trueno incesante y espantoso, y sus cabellos se erizaron de horror.
Mal envueltos en los jirones de sus hábitos, caladas las capuchas, bajo los pliegues de las cuales contrastaban con sus descarnadas mandíbulas y los blancos dientes las oscuras cavidades de los ojos de sus calaveras, vio los esqueletos de los monjes, que fueron arrojados desde el pretil de la iglesia a aquel precipicio, salir del fondo de las aguas y, agarrándose con los largos dedos de sus manos de hueso a las grietas de las peñas, trepar por ellas hasta tocar el borde, diciendo con voz baja y sepulcral, pero con una desgarradora expresión de dolor, el primer versículo del salmo de David:
-Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam!
Cuando, los monjes llegaron al peristilo del templo se ordenaron en dos hileras y, penetrando en él, fueron a arrodillarse en el coro, donde, con voz más levantada y solemne, prosiguieron entonando los versículos del salmo. La música sonaba al compás de sus voces: aquella música era el rumor distante del trueno que, desvanecida la tempestad, se alejaba murmurando, era el zumbido del aire que gemía en la concavidad del monte; era el monótono ruido de la cascada que caía sobre las rocas, y la gota de agua que se filtraba, y el grito del búho escondido, y el roce de los reptiles inquietos. Todo esto era la música y algo más que no puede explicarse ni apenas concebirse; algo más que parecía como el eco de un órgano que acompañaba los versículos del gigante himno de contrición del rey salkmista, con notas y acordes tan gigantes como sus palabras terribles.
Siguió la ceremonia; el músico, que la presenciaba absorto y aterrado, creía estar fuera del mundo real, vivir en esa región fantástica del sueño, en que todas las cosas se revisten de formas extrañas y fenomenales.
Un sacudimiento terrible vino a sacarle de aquel estupor que embargaba todas las facultades de su espíritu. Sus nervios saltaron al impulso de una conmoción fortísima, sus dientes chocaron, agitándose con un temblor imposible de reprimir, y el frío penetró hasta en la medula de los huesos.
Los monjes pronunciaban en aquel instante estas espantosas palabras del Miserere:
-In iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Al resonar este versículo y dilatarse sus ecos retumbando de bóveda en bóveda, se levantó un alarido tremendo, que parecía un grito de dolor arrancado a la humanidad entera por la conciencia de sus maldades; un grito horroroso, formado de todos los lamentos del infortunio, de todos los aullidos de la desesperación, de todas las blasfemias de la impiedad; concierto monstruoso, digno intérprete de los que viven en el pecado y fueron concebidos en la iniquidad.
Prosiguió el canto, ora tristísimo y profundo, ora semejante a un rayo de sol que rompe la nube oscura una tempestad, haciendo suceder a un relámpago de terror otro relámpago de júbilo, hasta que, merced a una transformación súbita, la iglesia resplandeció bañada en luz celeste; las osamentas de los monjes se vistieron de sus carnes; una aureola luminosa brilló en derredor de sus frentes; se rompió la cúpula, y a través de ella se vio el cielo como un océano de lumbre abierto a la mirada de los justos.
Los serafines, los arcángeles, los ángeles y las jerarquías acompañaban con el himno de gloria este versículo, que subía entonces al trono del Señor como una tromba armónica, como una gigantesca espiral de sonoro incienso:
-Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: el esubun ossa humiliata.
En este punto, la claridad deslumbradora cegó los ojos del romero, sus sienes latieron con violencia, zumbaron sus oídos y cayó sin conocimiento por tierraq, y no oyó más.

sábado, febrero 04, 2006

El Miserere (Primera Parte)

Leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer

Hace algunos meses que, visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en resolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos o tres cuadernos de música bastante antiguos, cubiertos de polvo y hasta comenzados a roer por los ratones.
Era un Miserere.
Yo no sé la música; pero le tengo tanta afición que, aú
n sin entenderla, suelo coger a veces la partitura de una ópera y me paso las horas muertas hojeando sus páginas, mirando los grupos de notas más o menos apiñadas, las rayas, los semicírculos, los triángulos y las especies de etcéteras que llaman llaves, y todo esto sin comprender una jota ni sacar maldito el provecho.
Consecuente con mi manía, repasé los cuadernos, y lo primero que me llamó la atención fue que, aunque en la última página había esta palabra latina, tan vulgar en todas las obras, finis, la verdad era que el Miserere no estaba terminado, porque la música no alcanzaba sino hasta el último versículo.
Esto fue, sin duda, lo que me llamó la atención primeramente; pero luego que me fijé un poco en las hojas de música, me chocó más aún el observar que en vez de esas palabras italianas que ponen en todas, como maestoso, allegro, ritardando, piú vivo, a piacere, había unos renglones escritos con letra muy menuda y en alemán, de los cuales algunos servían para advertir cosas tan difíciles de hacer como esto: "Crujen..., crujen los huesos, y de sus médulas ha de parecer que salen los alaridos"; o esta otra: "La cuerda aúlla sin discordar, el metal atruena sin ensordecer por eso suena todo y no se confunde nada, y todo es la humanidad que solloza y gime"; o la más original de todas, sin duda, recomendaba al pie del último versículo: "Las notas son huesos cubiertos de carne; lumbre inextinguible, los cielos y su armonía..., ¡fuerza!..., fuerza y dulzura."
-¿Sabéis qué es esto? -pregunté a un viejecito que me acompañaba, al acabar de medio traducir estos renglones, que parecían frases escritas por un loco.
El anciano me contó entonces la leyenda que voy a referiros.



I

Hace ya muchos años, en una noche lluviosa y oscura, llegó a la puerta claustral de esta abadía un romero y pidió un poco de lumbre para secar sus ropas, un pedazo de pan con que satisfacer su hambre y un albergue cualquiera donde esperar la mañana y proseguir con la luz del sol su camino.
Su modesta colación, su pobre lecho y su encendido hogar puso el hermano a quien se hizo esta demanda a la disposición del caminante, al cual, después que se hubo repuesto de su cansancio, interrogó acerca del objeto de su romería y del punto a que se encaminaba.
-Yo soy músico -respondió el interpelado-. He nacido muy lejos de aquí, y en mi patria gocé un día de renombre. En mi juventud hice de mi arte un arma poderosa de seducción y encendí con él pasiones que me arrastraron a un crimen. En mi vejez quiero convertir al bien las facultades que he empleado para el mal, redimiéndome por donde mismo pude condenarme.
Como las enigmáticas palabras del desconocido no pareciesen del todo claras al hermano lego, en quien ya comenzaba la curiosidad a despertarse, e instigado por ésta continuara en sus preguntas, su interlocutor prosiguió de este modo:
-Lloraba yo en el fondo de mi alma la culpa que había cometido; mas al intentar pedirle a Dios misericordia no encontraba palabras para expresar dignamente mi arrepentimiento, cuando un día se fijaron mis ojos por casualidad sobre un libro santo. Abrí aquel libro, y en una de sus páginas encontré un gigante grito de contrición verdadera, un salmo de David, el que comienza: Miserere mei, Deus! Desde el instante en que hube leído sus estrofas, mi único pensamiento fue hallar una forma musical tan magnífica, tan sublime, que bastase a contener el grandioso himno de dolor del Rey Profeta. Aún no la he encontrado; pero si logro expresar lo que siento en mi corazón, lo que oigo confusamente en mi cabeza, estoy seguro de hacer un Miserere tal y tan maravilloso que no hayan oído otro semejante los nacidos; tal y tan desgarrador que al escuchar el primer acorde los arcángeles dirán conmigo, cubiertos los ojos de lágrimas y dirigiéndose al Señor: "¡Misericordia!" y el Señor la tendrá de su pobre criatura.
El romero, al llegar a este punto de su narración, calló por un instante y después, exhalando un suspiro, tornó a coger el hilo de su discurso. El hermano lego, algunos dependientes de la abadía y dos o tres pastores de la granja de los frailes que formaban círculo alrededor del hogar, le escuchaban en un profundo silencio.
-Después -continuó- de recorrer toda Alemania, toda Italia y la mayor parte de este país clásico para la música religiosa, aún no he oído un Miserere en que pueda inspirarme, ni uno, ni uno, y he oído tantos que puedo decir que los he oído todos.
-¿Todos? -dijo entonces, interrumpiéndole, uno de los rabadanes-. ¿A que no habéis oído aún el Miserere de la Montaña?
El Miserere de la Montaña! -exclamó el músico con aire de extrañeza- ¿Qué Miserere es ése?
-¿No dije? -murmuró el campesino, y luego prosiguió con una entonación misteriosa-: Ese Miserere, que sólo oyen por casualidad los que, como yo, andan día y noche tras el ganado por entre breñas y peñascales, es toda una historia, una historia muy antigua, pero tan verdadera como, al parecer, increíble.
Es el caso que en lo más fragoso de esas cordilleras de montaña que limitan el horizonte del valle, en el fondo del cual se halla la abadía, hubo hace muchos años, ¡qué digo muchos años!, muchos siglos, un monasterio famoso, cuyo monasterio, a lo que parece, edificó a sus expensas un señor con los bienes que había de legarle a su hijo, al cual desheredó al morir, en pena de sus maldades. Hasta aquí todo fue bueno, pero es el caso que este hijo, que por lo que se verá más adelante debió ser la piel del diablo, si no era el mismo diablo en persona, sabedor de que sus bienes estaban en poder de los religiosos y de que su castillo se había transformado en iglesia, reunió a unos cuantos bandoleros, camaradas suyos en la vida de perdición que emprendiera al abandonar la casa de sus padres, y una noche de Jueves Santo, en que los monjes se hallaban en el coro, y en el punto y hora en que iban a comenzar o habían comenzado el Miserere, pusieron fuego al monasterio, entraron a saco la iglesia, y a éste quiero, a aquél no, se dice que no dejaron fraile a vida. Después de esta atrocidad se marcharon los bandidos, y su instigador con ellos, a donde no se sabe, a los profundos tal vez. Las llamas redujeron el monasterio a escombros; de la iglesia aún quedan en pie las ruinas sobre el cóncavo peñón de donde nace la cascada que, después de estrellarse de peñón en peñón, forma el riachuelo que viene a bailar los muros de esta abadía.
-Pero -interrumpió impaciente el músico- ¿y el Miserere?
-Aguardaos -continuó con gran sorna el rabadán-, que todo irá por partes.
-Las gentes de los contornos se escandalizaron del crimen: de padres a hijos y de hijos a nietos se refirió con horror en las largas noches de velada; pero lo que mantiene más viva su memoria es que todos los años, tal noche como en la que se consumó, se ven brillar luces a través de las rotas ventanas de la iglesia, y se oyen como una especie de música extraña y unos cantos lúgubres y aterradores que se perciben a intervalos en las ráfagas del aire. Son los monjes, los cuales, muertos tal vez sin hallarse preparados para presentarse en el tribunal de Dios limpios de toda culpa, vienen aún del purgatorio a impetrar su misericordia cantando el Miserere.
Los circunstantes se miraron unos a otros con muestras de incredulidad; sólo el romero, que parecía vivamente preocupado con la narración de la historia, preguntó con ansiedad al que la había referido:
-¿Y decís que ese portento se repite aún?
-Dentro de tres horas comenzará sin falta alguna, porque precisamente esta noche es la del Jueves Santo y acaban de dar las ocho en el reloj de la abadía.
-¿A qué distancia se encuentra el monasterio?
-A una legua y media escasa.
-Pero ¿que hacéis? ¿Adónde vais con una noche como ésta? ¡Estáis dejado de la mano de Dios! -exclamaron todos al ver que el romero, levantándose de su escaño y tomando el bordón, abandonaba el hogar para dirigirse a la puerta.
-¿Adónde voy? A oír esa maravillosa música, a oír el grande, el verdadero Miserere, el Miserere de los que vuelven al mundo después de muertos y saben lo que es morir en el pecado.
Y esto diciendo, desapareció de la vista del espantado lego y de los no menos atónitos pastores.
El viento zumbaba y hacía crujir las puertas, como si una mano poderosa pugnase por arrancarlas de sus quicios; la lluvia caía en turbiones, azotando los vidrios de las ventanas, y de cuando en cuando la luz de un relámpago iluminaba por un instante todo el horizonte que desde ellas se descubría.
Pasado el primer momento de estupor:
-¡Está loco! -exclamó el lego.
-¡Está loco! -repitieron los pastores, y atizaron de nuevo la lumbre y se agruparon alrededor del hogar.

viernes, febrero 03, 2006

Coplillas del Espantaniños

Para que las cante Polizón en su Andalucía

Yo no quería saber
pero, aciago hado, he sabido
que de Venezuela rugen
flatulencias de un cretino.

Es frugal mentar su historia,
de como un huero porcino
a la ventura de infantes
quiso parecer gallito.

De pequeño los chavales
le atizaron la badana.
Cuantos de aquí lo sufrieron,
superaron tales farras

Pero este muy resentido
se propuso ser villano
-“¡loz mardito roedoreh!”-
de dibujos animados.

Para que las madres digan:
“Niño bien te portarás
sino el coco espantaniños
por el culo te dará”

Porque papi no le quiso
ha jurado la venganza
a todos heterosexuales,
pero faltan mano y balas.

Y su ex novio fue un bellaco
-lo clama a los cuatro vientos-
pues lo acusa de maltrato;
San Freud diría un reflejo.

Desgraciado por homófobo.
Gala hace de su bandera
pero a oscuras se desprecia
pues cree débil su acera.

Y como su vida es gris,
-de lo que falta a su mollera-
quiso a tiernos querubines
declararles tonta guerra.

Creatividad fue el primero,
probó la furia del bravo
mas al gigante escociole
la respuesta del “niñato”.

Después fue Polizón
que aburríase el mentecato
y quiso tenderle trampa,
así se vio masturbado.

Y a los adultos trataba,
baboso, hincar el diente
ufano por gallardear
y dárselas de valiente.

¡Pues cómo quiso mear
las huellas de Kentarito!
-pero en plática privada
bien le llama “querido”.

Por no decir de las chicas
que se ufana de estimarlas.
Con amistades así
no requieren puñaladas.

Y a un humilde servidor
no lo considera humano.
Pues si los dos compartimos
¡prefiero ser un macaco!

Se precia de ser malvado
y luego llama “inmaduro”
no se ha dado cuenta el tío
que de nada sirve ese lujo.

Silencios de la estulticia,
sermón de vacío y la nada,
don Cicuta Tacañón,
de Espinete su almorrana.

En un film, primer muerto.
Caspa de telenovelas.
Un matón con pecho hundido.
Samurai con matasuegras.

Como sé que estos jazmines
en el fondo los desea,
paro de definiciones,
sigamos con sus proezas.

Se habrán ya dado cuenta
de su natural cobarde,
necesita febrilmente
los palmeros que lo halaguen.

Por eso va, foro en foro,
en busca de espectadores,
para mirarse en espejo
y brindar por sus honores

Pero le sucedió fábula
del alacrán y el sapo
mas vilmente pavonea:
“que yo a todos he ahuyentado”

No por eso me temo
¿crees acaso, guapo,
que tenemos tanto tiempo
de verte tocar el piano?

¿Narcisista? Pero charla
por los codos, divertido,
solito, sobre la gloria
encarnada de su ombligo.

¿Humilde? A sus escritos
contumaces me remito.
¿Repelente? Mira la peste
¿quienes mantiene en su corrillo?

¿Sentimientos? Por favor,
mejor no tener alguno
que tenerlos perturbados,
mezquinos como los suyos.

¿Patético? Sí, su quiero
y no puedo, su mentira,
camuflada neurastenia,
lágrimas en su camita.

¿Dignidad? La demostró
al meter Mumi en su mierda,
príncipe de maledicencias,
ponzoña de la nobleza.

¿Sin Gracia? Más que un estonio
bailando por bulerías
¡válgame Dios que lo juro
por honra de su pilila!.

¿Ortografía? Vano
sería pensar que escribir
“borrico” con be es cultura,
síntoma de su vivir.

¿Sincero? Faz de cemento
al decir esta palabra.
¿Moderador? ¿Dónde estás?
El trabajo te reclama.

Pienso como Jesucristo
del hipócrita decía:
Haced lo que ellos describen
y no lo que realizan.

Sobre su propio pellejo
una lluvia de reproches.
Asesino de su vida,
sepulturero de dioses.

Demasiado tarde se halla
cuando la muerte avecina
para darte cuenta horrible
de lo absurdo de tu inquina

No has sabido ser feliz,
tú mismo te has condenado,
deseas que no lo sea
ninguno de tus “hermanos”.

Limpiabotas del primero
que se pasa por la barra,
con rápida diligencia
tratas ganar su confianza

Después la bilis destilas
de refilón, gota a gota,
muy pérfido y sibilino
para no enseñar la cola.

Mas tarde si te contestan
modificas la canción
o sino tartamudeas:
-Era por tu corazón.

O narras intimidades
como un mafioso de burdel
a cambio de que se callen
y comerte agrio el pastel.

Petardo sin explosivos,
un demiurgo del mal rollo,
Miliky y los Trogloditas,
de la alegría el estorbo.

Mil rencores y desdichas,
ectoplasma del olvido,
pozo de estiércol sin fondo,
bombero torero y su hijo.

Sueñas con odio meterla
mas el discreto destino
te dio con una vara
embetunando tu ojillo.

Así que dulce gorrión
no presumas de durillo,
hazte el bien y sé uno más
¡cómo todos, Selimillo!

jueves, febrero 02, 2006

Ni principio, ni final

Hay días en que las flores malsanas de la duda abren su corola y exhalan su pútrida fragancia. Y aparece la ira y detrás de la ira -una máscara- el miedo. Miedo provocado por viejos fantasmas que imaginastes que de una vez por todas habías superado. El resentimiento puebla la atmósfera interior y los días se oscurecen sin que ningún rayo atraviese las nubes densas de la desolación. Constatas que vas a dar un paso atrás, cayendo en un círculo de ansiedad y desolación. Que el mediodía sólo fue un engaño de una ramera llamada destino y que el destino, mal que nos pese, es un espejo que nos mira sonriente.

Entonces te aferras a la voluntad pero lentamente se asfixia quedando la esperanza cada vez más lejana. El viento afuera sopla con brío y no para de llover. En las sombras luchas con un desconocido que después te dice su nombre, tu nombre... y de repente un destello brillante en una piedra. Le respondes "He vencido" y el ignoto contrincante se esfuma en una niebla que levemente desaparece. El olvido se convierte en tu más fiel aliado para convencer a la memoria que se acerque a tu cama. Van naciendo hijos, cada cual más hermoso. Te reconcilias con el bien óntico y clavas la bandera de Abril en el pico más alto, en los confines del horizonte. La gloria se encarna en labios amorosos arrojándote el más impúdico de los besos.

Mas el ciclo vuelve otra vez a su inicio. Hay días en que las flores malsanas de la duda abren su corola y exhalan...