- - El Blog de Ducados: octubre 2006

martes, octubre 31, 2006

Cuando...

Cuando prohíban fumar en los parques,
cuando prohíban las corridas de toros,
cuando prohíban desfilar
a la cabra de la legión,
cuando George W. Bush conquiste el mundo,
cuando muera Leopoldo María Panero,
cuando la risa haga huelga de hambre en la desdicha,
cuando no se pueda mear en las esquinas,
cuando no permitan a los viejos
agonizar en sus camas,
cuando no miremos a los ojos
a la muerte
y a la locura,
cuando el cianuro empañe las ventanas,
cuando los niñatos tengan una empresa
entre sus manos,
cuando el rey no se cerciore
que va desnudo,
cuando Don Quijote arda en la hoguera
junto a Juana de Arco,
cuando Jorgito consiga otro premio
de narrativa
metiendo tacos para imitar a Bukowski,
cuando el bombero de Fahrenheit 451
recite el Eclesiastés
y nadie le escuche
y todo sea un desierto.

Cuando ganen los malos.

Cuando ganen las élites,
cuando ganen los burgueses,
cuando ganen los obreros,
cuando ganen los de izquierdas,
cuando ganen los de derechas,
cuando ganen los nacionalistas,
cuando ganen los neohippies hipócritas,
cuando ganen los sádicos de fín de semana,
cuando ganen los ecologistas
que arrasan un bosque con su Land Rover
para salvar a una ballena,
cuando ganen los naturistas,
cuando ganen los new ages,
cuando ganen los heavies,
cuando ganen las góticas,
cuando ganen los punks,
cuando ganen los católicos,
cuando ganen los protestantes,
cuando ganen los vegetarianos,
cuando ganen los blancos,
cuando ganen las minorías,
cuando ganen los revolucionarios
de camiseta del Che
comprada en el Corte Inglés,
cuando ganen los musculitos bronceados,
cuando ganen los intelectuales.

Cuando gane la infame manada.

Cuando gane la gente sana y equilibrada,
cuando gane el protagonista
de Médico de Familia,
cuando gane Ned Flanders,
cuando gane el honrado y probo ciudadano,
cuando gane la Santa Inquisición,
cuando gane el usuario anónimo
que quiso tocarme los cojones,
cuando gane la guerra del fútbol,
cuando gane el padre
que maltrató a Chinasky,
cuando gane la madre
que abandonó a Houellebecq,
cuando gane quien te robó
el maldito mes de Abril,
cuando gane Buck Mulligan,
cuando gane aquel loco que acosó
a una chica
delante del personal médico del IMPU
y de algunos pacientes,
cuando ganemos los que no hicimos nada,
cuando gane el “nosotros”,
cuando gane la parte del “yo” que escribe esto.

Cuando todo esto suceda
espero observarlo entre las nubes
del mismo cerro
que me vió nacer…

pero antes
voy a luchar
para que no suceda.

Chelsea Hotel #1010


Hace un tiempo posteé la famosa canción de Leonard Cohen "Chelsea Hotel", donde canta su relación con Janis Joplin en el famoso hotel neoyorquino. Cabeza Mechero comentó que algo especial debía tener porque Dylan escribió allí "Sad eyed lady of the Lowlands". No parecen ser los únicos que estuvieron allí, porque leyendo "Peleando a la contra" de Charles Bukowski, me he encontrado con esto....



libertad
estaba sentada en la ventana
de la habitación 1010 en el Chelsea
de Nueva York,
la antigua habitación de Janis Joplin.
hacía 40 grados
y ella se había metido un speed
y tenía una pierna sobre
el alféizar,
y se asomó y dijo,
"¡Dios mío, esto es fantástico!"
y entonces resbaló
y casi se cae al vacío,
pero se agarró a tiempo,
estuvo muy cerca.
se metió dentro
pasó por delante de mí y se tumbó
en la cama.
he perdido muchas mujeres
de muchas maneras diferentes
pero aquélla hubiese sido
la primera vez
de ese modo.
después giró y se cayó de la cama
aterrizó de espaldas
y cuando me acerqué
estaba dormida.
se había pasado todo el día diciendo que
quería ver la Estatua de la Libertad.
ya no me molestaría con aquello
durante un rato.

sábado, octubre 21, 2006

La Clave de Buk

el pájaro azul

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que está
ahí dentro

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres joder
mis obras?
¿es que quieres que se hundan de un soplo las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?

de Charles Bukowski

miércoles, octubre 04, 2006

Ausencia

Imágenes de imágenes de imágenes. Textos borrados, reescritos, rotos. Signos, figuras, cuerpos, recintos arrasados por las aguas. Piedras desmoronadas sobre piedras. Lugar que ahora sobrevuela el polvo. Morada sin memoria, ¿quién te tuvo? Tiempo hambriento de ser empozado en la noche. Siembras palabras y responden ecos, ecos de ecos en la bóveda incierta de la desolación. Daría todo el aire por un grito, la posesión del reino por un solo gemido. Abrieron los augures las entrañas del dios y entregaron su cuerpo lacerado a los depredadores.

* * *

El tiempo se llena de húmedos lagartos y de erizos en el espacio de la desolación. Ponme, dijiste, una tarjeta desde el lugar del crimen. Atraviesa el viento los muros y las cámaras vacías entre dos aberturas; silba en las paredes como sierpe que se fuera enroscando en los huesos roídos de una bestia enorme y desecada por la voracidad aérea de los pájaros o por la dura penetración del sol. Ya nada queda aquí. Escenario desierto de irreconocibles cadáveres barridos por el helado soplo de la tarde que arrastra ahora los últimos rastrojos. En el horizonte, enormes paños de rojizas nubes siguen con el descenso de la luz el naufragio ideal de la memoria.

* * *
El oro fatigado envuelto en sangre de las tierras del sur. Los perros vagabundos llegaban hasta el límite frío de los vientos para morir. Nadie habitaba ya el lugar incierto. Oxidos. Nadie. Los luminosos cuarzos amarillos incendiaba en su rápido descenso el sol. Después, la sombra como una antorcha helada en todos los caminos que llevan al vacío. La soledad hambrienta devora las figuras. Sube el silencio contra el cielo, enorme, como un grande alarido.
Págs 41-45 de No amanece el cantor, José Angel Valente, Editorial Tusquets.