- - El Blog de Ducados: El silencio de la desgracia

jueves, septiembre 28, 2006

El silencio de la desgracia

¡De verdad, son muchas las personas satisfechas y felices! ¡Qué fuerza aplastante! Echen un vistazo a esta vida: la impavidez y holgazanería de los fuertes, la ignorancia y borreguismo de los débiles, por todas partes una pobreza insoportable, estrecheces, degeneración, borracheras, hipocresía, falsedad... Y entre tanto, en todas las casas y en todas las calles reina el silencio, la calma, y de los cincuenta mil habitantes de esta ciudad no hay ni uno que grite, que alce su voz indignada.

Los hombres que vemos son aquellos que van al mercado a hacer la compra, los que de día comen, los que de noche duermen; vemos a los que van por ahí diciendo tonterías, se casan, envejecer y llevan apacibles al cementerio; pero no vemos ni oímos a los que sufren. Todo cuanto de pavoroso tiene la vida ocurre no se sabe muy bien dónde, como quien dice tras bastidores. Todo es silencio y calma; sólo protestan las mudas estadísticas: tanta gente se ha vuelto loca, se han bebido tantos baldes de vodka, tantos niños han muerto de desnutrición... Y este orden de cosas parece necesario; el hombre feliz, al parecer, se siente bien porque los desgraciados arrastran en silencio su duro destino y porque sin este silencio la felicidad sería imposible. Es como una hipnosis colectiva.

Haría falta que tras la puerta de cada hombre feliz y satisfecho hubiera alguien con un martillito que le recordase continuamente con sus golpes que existe gente desgraciada, que la vida, por feliz que sea, tarde o temprano le enseñará sus garras y la desgracia -la enfermedad, la pobreza, la muerte- caerá también sobre él, y entonces nadie lo verá ni lo oirá, como ahora él tampoco oye, ni ve a los demás. Pero no tenemos a este hombre del martillo. El hombre feliz sigue su vida, los pequeños quehaceres de cada día le afectan muy por encima, como a la encina el viento. En resumen, todo está a pedir de boca.

Extracto de "La grosella" en Cuentos Imprescindibles de Antón Chéjov, Editorial Lumen.

3 Comments:

Blogger lagave said...

No creo que existan hombres felices. Supuestamente serían los que no tuvieran camisa según el cuento.
En la realidad, no sé que pasará porque no he podido hablar con alguien que no tenga nada de nada. Supongo que con llenar el estómago será suficiente...
Pero lo que es cierto es que cuantos más apegos, más preocupaciones y más infelicidad. Si no, todos los habitantes de paises desarrollados seríamos felices, y no acaba de ser todo exacto.
"Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.
John Locke" Citado por Matveg en su blog.
Esto no es excusa para desentendernos de los desgraciados, pero es que desgraciados quizá seamos la inmensa mayoría... Unos con pancita llena y otros no.

4:53 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No soy una persona feliz, y eso que tengo mucho mas de lo que la mayoria de las personas tienen , lo importante seria saber, que es lo que nos lleva a ser felices. No lo se realmente. Quizas tenga mi panza llena pero no hay nada que me haga estar contento, que sera, no lo se????

10:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz, quien lo sepa, será feliz en aquel mismo instante. (Dostoiewsky)

4:32 p. m.  

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