- - El Blog de Ducados: Ausencia

miércoles, octubre 04, 2006

Ausencia

Imágenes de imágenes de imágenes. Textos borrados, reescritos, rotos. Signos, figuras, cuerpos, recintos arrasados por las aguas. Piedras desmoronadas sobre piedras. Lugar que ahora sobrevuela el polvo. Morada sin memoria, ¿quién te tuvo? Tiempo hambriento de ser empozado en la noche. Siembras palabras y responden ecos, ecos de ecos en la bóveda incierta de la desolación. Daría todo el aire por un grito, la posesión del reino por un solo gemido. Abrieron los augures las entrañas del dios y entregaron su cuerpo lacerado a los depredadores.

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El tiempo se llena de húmedos lagartos y de erizos en el espacio de la desolación. Ponme, dijiste, una tarjeta desde el lugar del crimen. Atraviesa el viento los muros y las cámaras vacías entre dos aberturas; silba en las paredes como sierpe que se fuera enroscando en los huesos roídos de una bestia enorme y desecada por la voracidad aérea de los pájaros o por la dura penetración del sol. Ya nada queda aquí. Escenario desierto de irreconocibles cadáveres barridos por el helado soplo de la tarde que arrastra ahora los últimos rastrojos. En el horizonte, enormes paños de rojizas nubes siguen con el descenso de la luz el naufragio ideal de la memoria.

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El oro fatigado envuelto en sangre de las tierras del sur. Los perros vagabundos llegaban hasta el límite frío de los vientos para morir. Nadie habitaba ya el lugar incierto. Oxidos. Nadie. Los luminosos cuarzos amarillos incendiaba en su rápido descenso el sol. Después, la sombra como una antorcha helada en todos los caminos que llevan al vacío. La soledad hambrienta devora las figuras. Sube el silencio contra el cielo, enorme, como un grande alarido.
Págs 41-45 de No amanece el cantor, José Angel Valente, Editorial Tusquets.