- - El Blog de Ducados: junio 2006

domingo, junio 25, 2006

Resurrección VI

Despertarse, ducharse, desayunar, bajar a la sala de recreo (donde hay una televisión, una mesa de ping-pong, unas mesas y el bar), comer, volver a bajar a la sala de recreo, la visita de mis padres, la merienda, pasear por el jardín, el fín de la visita, cenar, volver a ver la tele pero arriba y dormir. Esta fue mi rutina durante aquellos días.
Mi circulo de relaciones sociales se amplío a una chica que padecía histeria debida a la muerte de su mejor amiga y a un hombre con perilla que iba siempre con gorra. Aquel hombre me dijo un día:

-No Ducados, tú eres guapo y además tienes mucho coco. Ya verás como te van bien las cosas.

-¿Por qué estás aquí? -le pregunté.

-Porque los extraterrestres me abducieron y me pusieron un microchip en el cerebro.

Desde luego no es una respuesta razonable, pero tampoco es el mejor sitio para encontrar un gran aporte para la lógica. Yo mismo a una enfermera le dije uno de los días:

-Sé que estaís utilizando a los pacientes como cobayas, seguro que nos estáis esterilizando.

-Anda vete a tu habitación y acuestate un rato.

Ya no continuaba con el delirio de que me iba a morir pero me empecé a obsesionar con la idea de salir de allí. Muchas veces me quedaba en una puerta que daba al exterior y cada vez que alguien salía intentaba aprovechar para escapar pero por supuesto alguna enfermera -y lo más grandota posible- se me ponía en medio para interceptarme. No intentaba de forcejear para que no tomaran represalias. Era imposible con ese sistema salir de allí.

Un día me dejaron salir al jardín -sin la visita- para analizar mis reflejos con un grupo de pacientes, vi a una chica que no paraba de reír. Estaba riendose sola e interminablemente, mientras jugabamos al baloncesto. Me sentía con pocas fuerzas pero jugué bastante bien, haciendo pases. En la prueba anterior que fue en una sala jugamos a pasarnos una pelota mediante la descalificación de los que fallaran más y yo quedé entre los dos últimos y fuí el que mejor lo hice (no era una competición, no se puede hablar de victoria o de derrota). Seguramente, pienso, lo hacían para comprobar como nos afectaba los efectos secundarios de la medicación por si nos la tenían que variar.
Mi madre, en una de las visitas, me comentó que había una psicóloga que se hacía pasar por un paciente que nos analizaba. Desde ese momento me dediqué a averiguar quien era para intentar manipularla a mi favor e hiciera un buen informe para que me dejara salir de allí. En un principio la identifiqué con una mujer -que iba vestida de hippie- que formaba grupos para jugar a las palmas y que le dijo a mi madre: Sí, lo que tiene que hacer es motivarse. Un día le dije a la hippie:
-Sé que eres la psicóloga oculta, oye que tengo que hacer para salir de aquí, en que tengo que mejorar, ya me encuentro bien.
Se calló y no me dijo nada. Me quedé desconcertado.
Seguí con la táctica de la puerta, ya no creía en eso pero no se me ocurría otro método para salir. Estaba desesperado. Una vez, totalmente desolado, empecé a golpear la puerta y rompí a llorar. No sabía que hacer.
Pero un día me fijé que a los pacientes cuando les daban el alta recibian un papel que estaba en la sección de enfermería de la sala de arriba, en cuyos laterales estaban los dormitorios. Entonces se me ocurrió una idea.
En lugar de apostarme en la puerta de abajo, decidí quedarme en la sala de arriba, muchas veces intenté entrar -la puerta estaba siempre abierta- pero el problema es que siempre había algún enfermero.
-Ducados, ya te he dicho que no debes entrar aquí.
Pero una vez que estaban inmersos en una tarea logré coger la libreta y arrancar una hoja, intenté esconderla -la idea era buscar a alguien que le hubieran dado el alta, falsificar la letra del doctor y su firma y darselo a un enfermero para salir de allí- pero un celador me dijo que llevaba en la mano y que se lo enseñara. Al principio no quise pero me obligó a hacerlo y al verlo, me castigó esposandome en la cama haciendome una diagonal -es decir amarrandome la mano de un lado y la pierna del otro. En unas horas vino el doctor Castaño (el doctor Solé no estaba) y me metió la bronca: eso, no se puede hacer, blablabla.
Ese mismo día, el doctor Castaño me invitó a salir al jardín con él y otros pacientes entre ellos la chica a la que se le había muerto la amiga.
-Bueno, chicos, os voy a llevar al jardín para que demos un paseo.
La chica al pasar la puerta, iba muy torpe, se tropezó en el escalón y se cayó al suelo. Le dió un ataque de histeria, se puso a llorar y a gritar, vinieron dos enfermeras a recogerla. A los que quedabamos nos empezó a contar un chiste sobre dos pelotas que hablan entre sí, y en un momento determinado, una dice que se ha encontrado un amigo, la otra le pregunta ¿quién?, y le responde un cantooooooooo (como desinflandose). Yo que intuyo que la prueba es para ver si nos reíamos, me río -soy el único, no sé si es porque los demas estaban peor o porque, realmente, el chiste era malísimo- entonces nos pregunta si hay alguien que quiere contar un chiste, no dudo en decir que yo, pensando en que cuanto más participativo me muestre me verá que voy evolucionando bien y antes saldré de allí.
-Venga.
Pienso en el chiste no se me ocurre ninguno excepto uno malísimo que leí en alguna parte.
-¿Quieres que te cuente un chiste rápido y verde?
-Sí
-Una rana subida en una moto.
El doctor se ríe con una risa falsa. No sé si he mejorado la situación o la he empeorado. Entonces le digo:
-¿Oiga no sabe cuando podré salir al jardín solo? -se me ocurrió una idea.
-No, ¿porque lo dices? -me mira con suspicacia.
-Porque me agobio saliendo al jardín con tanta gente y como veo a gente que sí puede salir sola- respondo.
-Bueno, eso se puede solucionar más adelante.
-De acuerdo.
Pero al día siguiente todavía siguen sin dejarme salir solo al jardín.

viernes, junio 16, 2006

Filosofía oculta

Post que he escrito para el grupo outlook de filosofía de la UNED.

Hola a todos:

Decir que hace tiempo que os llevo leyendo pero hasta ahora no me he animado a escribir ningún mensaje. Me gustaría abrir el siguiente tema, tratando de la división entre dos tipos de filosofía que se han venido produciendo a lo largo de su historia. Podríamos decir que hay una Filosofía con letra mayúscula, la cuál es dirigida por lo que la filosofía académica ha venido considerando como los Titanes de la Historia del Pensamiento, todos los conocemos (Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Kant, Hegel, Heidegger, etc).

Mas a la sombra de esta filosofía de la claridad se desarrolla un pensamiento con otras pretensiones, a mi juicio, más enraizadas en la vida y que no se estudian en ninguna universidad, quizás no merezca el nombre de filosofía para los catedráticos de las universidades europeas y quizás, también, sea mejor así para que dichas pretensiones sean efectivas. Me refiero al pensamiento que se esconde en los márgenes de las universidades podría a citar a los cínicos, a los libertinos franceses, a Max Stirner, a Emile Michel Cioran, a Simone Weil, a Georges Bataille, a Clément Rosset, a Michel Onfray, etc.He visto a lo largo de una conversación en este foro que se planteaba el problema de si el postmodernismo era el cáncer de la filosofía.

Antes de nada y a tenor de esta cuestión me gustaría plantear las siguientes preguntas, ¿Acaso la pregunta por el arkhé nos ha de llevar a encontrar el sumo principio de la existencia cuando, quizás, la vida no permite ser encerrada en ningún sistema o teoría filosófica? ¿Acaso no es mejor ser humildes y reconocer que la pregunta por La Verdad no es más que un camino (circular) y no una meta? ¿Cuál es la verdadera filosofía la de Platón o la de Diógenes?Quizás sea muy aventurado postularse en un lado o en el otro. Al fín y al cabo, no está demostrado que sea imposible llegar a la verdad, pero eso ¿da derecho a destruir la filosofía de las minúsculas? ¿Acaso Cioran molesta a Sartre en su búsqueda? ¿No podrían ser incluso complementarios?

En fín, quizás todo esto viene a que no tengo claro si soy un filósofo, nisiquiera si quiero serlo.

Un saludo.

miércoles, junio 14, 2006

Cruz de Navajas

A las cinco se cierra la barra del treinta y tres
pero Mario no sale hasta las seis
y si encima le toca hacer caja, despídete
casi siempre se le hace de día
mientras María ya se ha puesto en pie
ha hecho la casa, ha hecho hasta café
y le espera medio desnuda.

Mario llega cansado y saluda, sin mucho afán
quiere cama pero otra variedad
y María se moja las ganas en el café
magdalenas del sexo convexo
luego al trabajo
en un gran almacén
cuando regresa no hay más que un somier
taciturno que usan por turnos.

Cruz de navajas por una mujer
brillos mortales despuntan al alba
sangres que tiñen de malva el amanecer.

Pero hoy como ha habido redada en el treinta y tres
Mario vuelve a las cinco menos diez
por su calle vacía a lo lejos solo se ve
a unos novios comiéndose a besos
el pobre Mario se quiere morir
cuando se acerca para descubrir
que es María con compañía.

Cruz de navajas por una mujer
brillos mortales despuntan al alba
sangres que tiñen de malva el amanecer.

Sobre Mario de bruces tres cruces
una en la frente la que más dolió
otra en el pecho la que le mató
y otra miente en el noticiero
dos drogadictos en plena ansiedad
roban y matan a Mario Postigo
mientras su esposa es testigo desde el portal.

En vez de cruz de navajas por una mujer
brillos mortales despuntan al alba
sangres que tiñen de malva el amanecer.

Cruz de Navajas de Mecano

Contra el entierro de Rocío Jurado

Hace unos días que quería comentar este tema pero debido a la urgencia de los exámenes, no he podido. Ahora que tengo un poco más de tiempo libre, me gustaría decir algo sobre este asunto que ha conmocionado a España.

Los medios de comunicación han logrado un nuevo hito en cuanto a actitudes impúdicas respecto a la intimidad personal, supongo que también, colaboraron los protagonistas de este penoso espectáculo. Durante semanas habíamos asistido a la retransmisión televisiva de la agonía de un ser humano. Seguramente, si se hubiera muerto antes o después de la cuenta o nos sentiríamos defraudados o nos hubieramos cansado de la pesadez de la función. La condición trágica humana sometida al show. A tal megalómano pastel le faltaba la guinda.

Y la guinda fue el entierro de la artista. Mientras veía las imagenes del óbito en lo primero que pensé fue en las muertes de Lorca y de Machado. Antonio Machado, forzado al exilio a tenor de la victoria franquista, murió en Colliure, muerto de frío, de hambre y posiblemente de asco ante la vileza de sus congéneres. Por supuesto, nadie se acordó de él en esos momentos. De Lorca, podríamos decir otro tanto, zafiamente asesinado por las fuerzas del dictador y posteriormente, su literatura proscrita en la época post-incivil. Pero no, olvidémonos de ellos porque si hablamos de Rocío Jurado hemos de decir que era "la más grande" y así lo demostró su capilla ardiente adecuadamente honrada por todas las instituciones públicas -alcalde y presidenta de Madrid y una ministra- y simbólicamente arropada -bandera de España y de Andalucia- por sus dos patrias.

El leid motiv de toda la representación y el argumento que legitimaba la pantomima es "que era la más grande". Sin negar sus dotes como artista y que quizás fuera "muy grande" me pregunto si, por ejemplo, María Teresa Fernández de la Vega, licenciada en Derecho y Vicepresidenta del Gobierno, no le disputaría el puesto en ese podium de la magnanimidad. De hecho, creo que cualquier mujer que haya luchado en la vida, estudiando, trabajando, sobreviviendo (la mayoría y entre ellas las que asistieron al entierro y no paraban de recitar la consabida sentencia) puede que no le andaran a la zaga de la folclórica. Pues si se pretende que el modelo a seguir de una mujer es ser tonadillera, para ese viaje no se necesitan alforjas; desde luego, no entiendo como ningún colectivo feminista no ha apuntado nada sobre esta catarsis colectiva.

Cuando llegó el féretro a Chipiona -después de que sus familiares y amigos volaran en tres helicópteros, según declaraciones del hermano de Ortega Cano- el recibimiento me recordó a "Bienvenido Mr Marshall". En veinticinco años de progreso y democracia no hemos avanzado mucho la verdad. Me enteré que le iban a hacer otro monumento en su pueblo -pues ya tiene uno. Y después, el canto de "La Salve" al ataúd por parte de los Marismeños. La iglesia católica se debería quejar por este sacrilegio, aunque quizás en el imaginario español se identifique a Rocío Jurado con la Virgen María, quizás sea una cuestión de arquetipos colectivos. En Francia o Alemania un espectáculo así es inimaginable. Pese a muchos lavados de imagen, queda demostrado, que Spain is different.

La verdad contra el personaje no tengo nada, aunque he de reconocer que no me caía muy bien. Pese al subrayado que se han entercado en ofrecer de "mujer-humilde-que-salió-de-la-nada" al final el recuerdo que tengo es de una multimillonaria que insultaba a la prensa (¡Destructores!) y bastante engreída. En una gala que hace poco que retransmitió TVE con motivo de su muerte, en un zapping de 20 segundos, vi como decía: Que Dios me dé fuerzas para superar mi enfermedad... -se calla y señala al público- por ellos. Con esto quería demostrar humildad pero la frase mostraba una soberbia implícita: "por mis seguidores que no pueden vivir sin mí". Hipocresía. Más que nada lo que no me gusta es la manifestación de necedad humana masificada que ha mostrado este país. Alguien en el foro de filosofía de la Uned, comentaba que deberían hacer un estudio sociológico sobre este asunto. Estoy de acuerdo. La muerte de esta señora ha sido un espejo que ha servido para reconocernos a nosotros mismos. Sin engaños. Pero eso sí, mejor que no realicemos la pregunta de la reina de Blancanieves. Quizás se rompería.

lunes, junio 12, 2006

¡A cuántas cosas se les llama amor!

Codicia y amor; ¡cuán diferentes son nuestras sensaciones ante cada una de estas palabras! Y, sin embargo, podrían ser la misma pulsión mencionada dos veces: la primera vez, injuriada desde el punto de vista de los que ya tienen, en los que la pulsión se ha aquietado algo y que ahora temen por su "hacienda"; la segunda vez, contemplada desde el punto de vista de los insatisfechos y sedientos, y por ello glorificada como "buena". Nuestro amor al prójimo, ¿no es un impulso hacia una nueva propiedad? ¿Y lo mismo nuestro amor al saber o a la verdad, y en general todo ese impulso hacia la novedad? Paulatinamente nos vamos hastiando de lo viejo y poseído con seguridad, y volvemos a extender la mano; incluso la más bella comarca en la que llevemos viviendo tres meses ya no está segura de nuestro amor, y cualquier costa más lejana excita nuestra codicia: en la mayor parte de las ocasiones, la posesión se vuelve más pequeña a causa del poseer. Hastiarse de una posesión es: hastiarnos de nosotros mismos. (También se puede sufrir por tener demasiado; también el deseo de tirar, de repartir, puede hacerse con el nombre honorífico de <>.) Cuando vemos a alguien sufrir, nos gusta utilizar la ocasión que ahí se ofrece para tomar posesión de él; esto es lo que hace, por ejemplo, el benéfico y compasivo: también él llama "amor" al deseo de nueva posesión que se ha despertado en él, y ahí experimenta placer, como si se tratase de una nueva conquista que ya ve próxima. Pero es el amor de los sexos el que con más claridad se delata como impulso a la propiedad: el que ama quiere la posesión incondicionada y exclusiva de la persona anhelada, quiere un poder igualmente incondicionado sobre su alma que sobre su cuerpo, quiere ser el único amado y habitar y dominar en la otra alma como lo supremo y deseable. Si tenemos en cuenta que esto no significa otra cosa que excluir a todo el mundo de un bien, de una felicidad y de un disfrute preciosos, si tenemos en cuenta que el que ama ansía el empobrecimiento y la indigencia de todos los demás rivales y que quisiera convertirse en el dragón de su dorado tesoro, en el más falto de escrúpulos y egoísta de todos los <> y explotadores, y si tenemos en cuenta, finalmente, que al que ama todo el resto del mundo le parece indiferente, pálido y carente de valor y que está dispuesto a hacer todo sacrificio, a perturbar todo orden, a postergar todo interés, nos admiraremos, en verdad, de que esta salvaje codicia e injusticia del amor de los sexos haya sido tan glorificada y divinizada como lo ha sido en todas las épocas, y aún más nos admiraremos de que de este amor se haya tomado el concepto de amor como lo contrario del egoísmo, mientras que quizá sea la más desinhibida expresión de egoísmo. Aquí resulta patente que son los no poseedores, los que desean, quienes en este terreno les era dada mucha posesión y saturación han dejado caer probablemente aquí y allá una palabra referente al <>, como hizo el más amable y más amado de todos los atenienses, Sófocles: pero Eros se ha reído en todo momento de esos blasfemos, pues siempre han sido precisamente sus mayores favoritos. Es probable que aquí y allá exista en el mundo una especie de continuación del amor en que aquel codicioso anhelo recíproco de dos personas haya dado paso a un nuevo deseo y a una nueva codicia, a una sed común y más elevada de un ideal situado por encima de ellas: pero ¿quién conoce ese amor?, ¿quién lo ha experimentado? Su nombre correcto es amistad.

Friedrich Nietzsche, La Gaya Ciencia, Biblioteca Edaf, páginas 87-89.

sábado, junio 10, 2006

Resurrección V

Después de comer, pongamos que eran las cuatro, entran mis padres a la sala de recreo para visitarme. Me pongo nervioso, pienso que mi padre me quiere sacar de allí para matarme (paranoia). Me niego a estar con ellos, me enfado y me vuelvo a mi habitación, veo al otro compañero
de dormitorio, un quillo un poco cachas pero con pinta de inocentón. Pero en esos momentos le tengo miedo, le tengo miedo a todo. De hecho, en la visita de mis padres, le dije a mi madre:

-¿¡Dónde estoy?!

-En un hospital.

-¡Pero cómo puede ser un hospital si aquí la gente está fumando!

-Es que en este hospital dejan fumar...

En un principio imaginé que eran alucinaciones, en un hospital no dejan fumar, por tanto mi mente me estaba engañando. No quería asumir que estaba en un hospital psiquiatrico, el hospital que está justo debajo del parque del laberinto. De niño, mi padre me decía cuando paseabamos por ese parque cercano a los hogares Mundet:

-Mira, -señalando el jardín del IMPU- allí están los locos, ¿los ves?, ¡grítales!

Ahora no recuerdo si grité o no grité. Lo que nunca me imaginé es que yo mismo pasearía por ese jardín dos lustros después. El quillo me miraba pero no decía nada, yo también estaba callado, dormí bien esa noche.

A la mañana siguiente, después de desayunar una enfermera me lleva a la consulta del doctor Solé. Cuando abre la puerta la enfermera veo en frente a un señor que se parecía físicamente a Ibarretxe pero con una bata blanca, al otro lado de la mesa a mis padres.

-Bueno, Ducados. Tu padre ha pedido que te demos el alta y yo lo he aconsejado que dejemos que pases un tiempo aquí para mitigar la enfermedad, tu madre está de acuerdo... pero la decisión es tuya. ¿Te marchas o te quedas?

Mi padre me quiere sacar para matarme o darme una paliza, pienso.

-Me quedo -respondo.

Mi padre se queda contrariado y le noto nerviosísimo.

-Muy bien, pues ya conocen la opinión de Ducados.

re dice que es lo mejor y mi padre no sabe ni que decir. Conversan algo más pero yo no me entero de nada. Al final, mis padres se marchan. El doctor Solé me pregunta:

-Oye, Ducados. Tu padre es una persona peculiar. ¿Verdad?