- - El Blog de Ducados: ¡A cuántas cosas se les llama amor!

lunes, junio 12, 2006

¡A cuántas cosas se les llama amor!

Codicia y amor; ¡cuán diferentes son nuestras sensaciones ante cada una de estas palabras! Y, sin embargo, podrían ser la misma pulsión mencionada dos veces: la primera vez, injuriada desde el punto de vista de los que ya tienen, en los que la pulsión se ha aquietado algo y que ahora temen por su "hacienda"; la segunda vez, contemplada desde el punto de vista de los insatisfechos y sedientos, y por ello glorificada como "buena". Nuestro amor al prójimo, ¿no es un impulso hacia una nueva propiedad? ¿Y lo mismo nuestro amor al saber o a la verdad, y en general todo ese impulso hacia la novedad? Paulatinamente nos vamos hastiando de lo viejo y poseído con seguridad, y volvemos a extender la mano; incluso la más bella comarca en la que llevemos viviendo tres meses ya no está segura de nuestro amor, y cualquier costa más lejana excita nuestra codicia: en la mayor parte de las ocasiones, la posesión se vuelve más pequeña a causa del poseer. Hastiarse de una posesión es: hastiarnos de nosotros mismos. (También se puede sufrir por tener demasiado; también el deseo de tirar, de repartir, puede hacerse con el nombre honorífico de <>.) Cuando vemos a alguien sufrir, nos gusta utilizar la ocasión que ahí se ofrece para tomar posesión de él; esto es lo que hace, por ejemplo, el benéfico y compasivo: también él llama "amor" al deseo de nueva posesión que se ha despertado en él, y ahí experimenta placer, como si se tratase de una nueva conquista que ya ve próxima. Pero es el amor de los sexos el que con más claridad se delata como impulso a la propiedad: el que ama quiere la posesión incondicionada y exclusiva de la persona anhelada, quiere un poder igualmente incondicionado sobre su alma que sobre su cuerpo, quiere ser el único amado y habitar y dominar en la otra alma como lo supremo y deseable. Si tenemos en cuenta que esto no significa otra cosa que excluir a todo el mundo de un bien, de una felicidad y de un disfrute preciosos, si tenemos en cuenta que el que ama ansía el empobrecimiento y la indigencia de todos los demás rivales y que quisiera convertirse en el dragón de su dorado tesoro, en el más falto de escrúpulos y egoísta de todos los <> y explotadores, y si tenemos en cuenta, finalmente, que al que ama todo el resto del mundo le parece indiferente, pálido y carente de valor y que está dispuesto a hacer todo sacrificio, a perturbar todo orden, a postergar todo interés, nos admiraremos, en verdad, de que esta salvaje codicia e injusticia del amor de los sexos haya sido tan glorificada y divinizada como lo ha sido en todas las épocas, y aún más nos admiraremos de que de este amor se haya tomado el concepto de amor como lo contrario del egoísmo, mientras que quizá sea la más desinhibida expresión de egoísmo. Aquí resulta patente que son los no poseedores, los que desean, quienes en este terreno les era dada mucha posesión y saturación han dejado caer probablemente aquí y allá una palabra referente al <>, como hizo el más amable y más amado de todos los atenienses, Sófocles: pero Eros se ha reído en todo momento de esos blasfemos, pues siempre han sido precisamente sus mayores favoritos. Es probable que aquí y allá exista en el mundo una especie de continuación del amor en que aquel codicioso anhelo recíproco de dos personas haya dado paso a un nuevo deseo y a una nueva codicia, a una sed común y más elevada de un ideal situado por encima de ellas: pero ¿quién conoce ese amor?, ¿quién lo ha experimentado? Su nombre correcto es amistad.

Friedrich Nietzsche, La Gaya Ciencia, Biblioteca Edaf, páginas 87-89.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ese amor existe, solo hay que dejarlo surgir. Efectivamente en una primera fase de "enamoramiento" el amor es posesión y egoismo, pero en cuanto la quimica baja un poco es posible el AMOR, si estas dispuesto a sufrirlo-disfrutarlo a partes iguales, lo que ocurre es que en esta fase donde ves al otro tal cual es, no todos estan dispuestos a seguir adelante, pues esto implica desprendimiento, generosidad, trabajo y voluntad, sí sobre todo voluntad para seguir adelante y aceptar al otro, tal cual, con sus defectos y sus virtudes, sin intentar cambiarlo ni modificar sus comportamientos. Esperas, no exiges, que tu amor sea correspondido del mismo modo, pero estas dispuesto a aceptar que no sea asi y a ofrecer a la otra persona el espacio que necesita, todo ello sin renunciar a tu propia personalidad, sin que el otro te agobie tampoco, pero con un proyecto de vida común. Cuando encuentras esto, procuras no perderlo y trabajas cada día para que se mantenga, ofreciendo lo mejor de ti mismo, este es el verdadero valor del AMOR que hace que aflore lo mejor de tu persona y crezcas cada día, lo peor es que puedes sufrir bastante, pues cada día se establecen nuevas reglas, pero realmente merece la pena, pues las compesaciones son realmente de otro mundo.

1:27 p. m.  

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