- - El Blog de Ducados: noviembre 2005

miércoles, noviembre 30, 2005

Adios Noviembre, adios

Los atardeceres madrugadores de Noviembre se despiden para saludarnos los aún más tempraneros de Diciembre y raudas se acercan ya las Navidades. Fecha triste las Navidades, commemoración del nacimiento de alguien que estaba destinado a morir por el pecado de la humanidad (como cada uno de nosotros; que moriremos por el pecado de haber nacido). Hace dos años por esas fechas, estando en Galicia (acostumbro a estar allí para celebrarlas con la familia), me acometió mi primera idea -medio en broma, medio en serio- de suicidio.

Observando todos los posts anteriores me da la impresión que me está quedando un blog bastante triste. La melancolía (que siempre es negativa, según Spinoza) corroe todas mis lineas, y la verdad, me gustaria que fuera de otra forma. Prefiriría ser un emprendedor, un aventurero, un calavera... pero todo se queda en sueños. Mi yo está separado de mi super-ego por un abismo; el mismo abismo que separan los labios de la realidad y los de la conciencia. Ahora mismo la decadencia me repugna y estoy completamente unido a ella. La vida es un perder y ganar constante pero tengo la impresión que lo que se gana es ínfimo comparado con lo que se pierde. Sobre todo la perdida de la infancia. La traición de Wendy.

No digo cosas que nadie no sepa. Creo que hoy en día, la comunicación es accesoria en el sentido que todos sabemos todo, no hay nada que añadir, la carga del saber se ha vuelto excesivamente pesada. Eso sí, es esencial porque la comunicación también nos dá lo que más falta. Reconocimiento. O amor. Esto último no lo debería decir ningún adulto ya que nunca se han de poner todas las cartas encima de la mesa.
No hago más que repetir y repetir lo mismo en cada mensaje; intento autodestruirme para conseguir renacer más fuerte. Pero nunca lo consigo, pero eso es imposible.

Y ahora la botella está en el mar y sólo falta alguien que la recoja. Que lea el mensaje en blanco de este papel. Únicamente decir que aquí estoy y que sigo vivo, más no es necesario y legitima toda la acción.

Y que hoy quería escribir pero no se me ocurría nada -esto, finalmente, cómo rúbrica.

Nos veremos en Ciudad del Mar...

lunes, noviembre 28, 2005

Aproximaciones al desarraigo (4)

Una breve historia de la información

Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, la simulación de las trayectorias de misiles de medio y largo alcance, así como la modelización de las reacciones de fisión dentro del núcleo atómico, generaron la necesidad de medios de cálculo algorítmicos y numéricos de mayor potencia. Gracias, en parte, a los trabajos teóricos de John von Neumann, aparecieron los primeros ordenadores.

En esa época, el trabajo de oficina se caracterizaba por una estandarización y una racionalización menos avanzadas que las que dominaban la producción industrial. La aplicación de los primeros ordenadores a las tareas gestión se tradujo de inmediato en la desaparición de la libertad y la flexibilidad a la hora de poner en práctica los procedimientos; en resumen, en una proletarización brutal de la clase de los empleados.

En esos mismos años, con un cómico retraso, la literatura europea se enfrentó a una nueva herramienta: la máquina de escribir. El trabajo indefinido y múltiple sobre el manuscrito (con sus añadidos, llamadas y apostillas) desapareció en beneficio de una escritura más lineal y anodina; de hecho, se siguieron las normas de la novela policíaca y del nuevo periodismo norteamericanos (aparición del mito Underwood; éxito de Hemingway). Esta degradación de la imagen de la literatura llevó a muchos jóvenes dotados de un temperamento "creativo" a dirigirse a las vías, más gratificiantes, del cine y la canción (vías muertas, finalmente; la industria norteamericana del entretenimiento comenzaría poco después a destruir las industrias de entretenimiento locales; un trabajo que ahora estamos viendo rematar).

La repentina aparición del ordenador personal, a principios de la década de los ochenta, puede parecer una especie de accidente histórico; no corresponde a ninguna necesidad económica y es inexplicable si dejamos a un lado consideraciones como los avances en la regulación de las corrientes débiles y el grabado fino del silicio. De manera inesperada, los empleados y ejecutivos de nivel medio se encontraron en posesión de una poderosa herramienta de fácil uso, que les permitía recuperar el control -de hecho si no de derecho- de los principales elementos de su trabajo. Durante varios años se libró una lucha sorda y poco conocida entre las empresas de informática y los usuarios "de base", a veces respaldados por equipos de informáticos apasionados. Lo más sorprendente es que poco a poco, tomando conciencia del coste y de la baja eficacia de la macroinformática, mientras que la producción en serie permitía la aparición de materiales y de programas burocráticos fiables y baratos, las empresas se pasaron al campo de la microinformática.

Para los escritores, el ordenador personal fue una liberación inesperada: se perdía la soltura y el encanto del manuscrito, pero por lo menos era posible dedicarse a un trabajo serio sobre un texto. En esos mismos años, diversas estadísticas hicieron creer que la literatura podía recuperar parte de su prestigio anterior; menos por méritos propios, eso sí, que por la autodisolución de actividades rivales. El rock y el cine, sometidos al enorme poder de nivelación de la televisión, perdieron poco a poco su magia. Las antiguas distinciones entre películas, videoclips, informativos, publicidad, testimonios humanos o reportajes empezaron a desaparecer en provecho de una noción de espectáculo generalizado.

La aparición de las fibras ópticas y el acuerdo industrial sobre el protocolo TCP-IP, permitieron, a principio de la década de los noventa, la aparición de redes intra y, más tarde, interempresariales. Convertido en una simple estación de trabajo en el seno de unos sistemas cliente-servidor de mayor fiabilidad, el ordenador personal perdió cualquier capacidad de tratamiento autónomo. De hecho, se produjo una normalización de los procedimientos dentro de unos sistemas de tratamiento de la información más móviles, más transversales, más eficaces.

Omnipresentes en las empresas, los ordenadores personales habían fracasado en el mercado doméstico por motivos que más tarde se analizarían claramente (precio todavía elevado, carencia de utilidad real, dificultad de utilización si el usuario está tumbado). A fines de la década de los noventa aparecieron los primeros terminales pasivos de acceso a Internet; desprovistos, en sí mismos, tanto de inteligencia como de memoria, y por lo tanto con un coste de producción unitaria muy bajo, estaban concebidos para permitir el acceso a las gigantescas bases de datos constituidas por la industria norteamericana del entretenimiento. Provistos de un dispositivo de telepago por fin seguro (al menos oficialmente), estéticos y ligeros, se impusieron con rapidez, sustituyendo a la vez al teléfono móvil, al Minitel y al mando a distancia de los televisores clásicos.

Inesperadamente, el libro se convirtió en un vivo foco de resistencia. Hubo tentativas de almacenamiento de obras en servidores de Internet; el éxito sigue siendo confidencial y limitado a las enciclopedias y las obras de referencia. Al cabo de unos años, la industria tuvo que reconocer que el objeto libro, más práctico, atractivo y manejable, conservaba el favor del público. Ahora bien, cada libro, una vez comprado, se convertía en un temible instrumento de desconexión. En la química íntima del cerebro, la literatura había sido capaz, en el pasado, de ganarle a menudo la carrera al universo real; no tenía nada que temer de los universos virtuales. Así empezó un período paradójico, que todavía dura, en el que la globalización del entretenimiento y de los intercambios -en los que el lenguaje articulado ocupa un reducido espacio- iba a la par con un resurgimiento de las lenguas vernáculas y de las culturas locales.

Texto de Michel Houellebecq

domingo, noviembre 20, 2005

El jorobado de Vallcarca

Hace tiempo que no lo veo. Hace unos años cuando estaba en mi primera carrera, allá por el 2000-2001, volvía a casa desde la estación de Zona Universitaria hasta Vallcarca, luego allí me subía al 28, un autobús que me dejaba cerca de casa.

Todas las tardes estaba allí; después de subir las infinitas escaleras de la salida Avenida República Argentina, en el último rellano antes de llegar a la calle, había un hombre pidiendo con una lata de conservas. Apenas pronunciaba palabras inteligibles, su petición se formulaba en sonidos guturales. La ropa no era andrajosa pero sí muy de "pureta". Tendría unos cincuenta años, podría tener más quizás pero solo sabría marcar un limite mínimo de edad. Era bajito y claramente deforme, bastante parecido a Pozí (chepa y brazos enormes en su longitud).

En aquella época me sentía bastante jodido cada vez que lo veía me daba una sensación entrañable, me sentía bastante cerca de él. Los dos estabamos en el universo del fracaso. Otras veces reflexionaba y notaba que me quejaba de tonterías comparado con lo que estaba pasando ese hombre. Tampoco sabía si él podía percibir su situación cómo mísera o si podía la consideraba realmente como mísera. El hombre es un abismo y hay que tener en cuenta el relativismo de los puntos de vista personales. El infierno de unos es el paraíso de otros.

Alguna vez pensé en hablar con él y a invitarle a una cerveza (o a un coñac, me imaginaba que le gustaría el coñac y quizás el tinto) en la tasca más próxima, pero siempre me rajaba por el temor a esos silencios íncomodos de la desafinidad primo hermana del silencio pascaliano solo que aplicada al universo individual. No sabría de que hablar sólo quizás darle un guiño complice. El acto mismo de invitarle a una copa.

Una tarde, dos chavalines se pusieron a hablar con él, mientras fumaba un cigarrillo. Le estuvieron vacilando un rato. Uno de ellos hizo como chocar la mano y al llegar al contacto, la retiraba. Yo me quede parado arriba si le hubieran agredido no sé si hubiera actuado (siempre me quedará esa duda aunque lamentablemente creo que la respuesta es no). Después de esto se marcharon hacia las taquilas. Ojalá el retraso mental libere de la humillación, en ese sentido (como en otros muchos)podría ser liberador.

Hoy si me lo encontrará seguramente le invitaría a algo, tengo la sensación de que se lo debo.

sábado, noviembre 19, 2005

Resurrección II (Flashback)

Pongamos que es Noviembre de 2001.

Hacía unos meses que decidí adelgazar, quería ser otro. 30 kilos en tres meses, no está nada mal, a base de no comer y hacer unos 6 kms diarios (yendo de casa a la universidad y viceversa). Yo en aquella época estaba haciendo (haciendo, jejeje, es relativo) Ingeniería técnica agrícola, especialidad: explotaciones agropecuarias. Quería huir de esta maldita ciudad y ser un ermitaño en el campo, me daba igual el sitio, sólo que no fuera aquí y "aquí" significaba "yo".

Un día, mi madre me contó que había hablado con una vecina del bloque. Le comentó que yo estaba intentando adelgazar y que caminaba mucho, a lo que respondió que a ella también le gustaba caminar, que sí quería podía llamarla para tomar algo. Yo siempre sospeché que esta chica de pequeña andaba detrás mío, hacía como unos meses que no había hablado con ella; en aquella ocasión me dijo que tenía novio.

Ahora era la mía, alguien que me podía salvar. El amor era la única cosa que podía cambiar mi vida, que me permitiría huir de mi mundo de mierda.

Unas semanas antes de la conversación de mi vecina con mi madre, le había pedido la dirección de una compañera del colegio donde terminé la EGB a una amiga que teníamos en común. La chica de la dirección cursó conmigo 7º y 8º, no se quedó a hacer el BUP en el cole. Mi amiga me comentó que ahora estaba estudiando Telecos y no tenía novio. Fue un mito para los chicos de mi clase, era la tía que estaba más buena y lo que hizo convertirla en una diosa fue que no se quiso liar con ninguno, al final yo fui el único que no se lo pidió. Pero viendo la foto de la graduación, cinco años después, pensé: "y si el que lo consiguiera fuera yo" "acaso eso no salvaría, la asquerosa vida que he llevado". Conseguir lo que habían intentado todos los demás sin frutos en la peor época de mi vida sería una forma de sobreponerme a ese pasado de humillaciones y marginación. Entonces le envié una carta con una poesía y una dirección de e-mail (que me había creado especialmente para esto, era un cobarde) por si me quería conocer. Por supuesto, no contestó. Al año siguiente le envié otra, pero eso es otra historia.

Pero ahora me volvía a hacer un guiño el destino y no lo quise desaprovechar. Entonces le dije a mi madre que fuera unos dias después a casa de la vecina con la excusa de darle algo a su madre (lechugas, tomates, lo que fuera, "Sí, es que me los ha traido mi cuñada y como tenemos muchos pues...") para que le sacara algo de información sobre si su hija seguía con su novio. Pues la madre no estaba pero resultó que ella misma le atendió y mi madre ´-lo más disimuladamente que pudo- le sacó la información. No tenía novio.

También le contó que estaba sacándose el carnet de conducir diciendole donde estaba la autoescuela. Decidí pasarme por allí, como de casualidad, contando con que cerraban a las ocho. Así fue:

-Hola
-Hola ¿qué tal?
-Vengo de la autoescuela, estoy sacandome el carnet.
-Pues yo vengo de visitar a un amigo en el hospital. Como vengo andando desde allí y me contó mi madre que ibas a esta autoescuela he decidido esperarte.
-¡Ah! Vale... -noté que no se lo había creído-.

Fuimos hablando todo el rato hasta casa, cuando nos despedimos le comenté que no me importaría acompañarla. Ella me dijo que le parecía bien.

Pero yo estaba desesperado, no soportaba más el vacio y la amargura. Una noche (dos o tres días más tarde) le envié un SMS:

"Mira te he de confesar una cosa, pensarás que estoy loco, pero te quiero."
"Está bien que confies en una amiga me lo tomaré como que no lo he leído. Buenas noches."
"Pero ¿por qué?"
"Porque tengo novio y soy mu feliz. Buenas noches."
Y como un gilipollas (algo resentido) le contesté:
"Perdona pero es que mi madre me dijo que no tenias..."

Fin de la conversación.
Esa noche lloré.

Aproximaciones al desarraigo (3)

Simplificar los cálculos

La progresiva numerización del funcionamiento microsociológico, muy avanzada en Estados Unidos, se retrasó notablemente en Europa occidental, como demuestran, por ejemplo las novelas de Marcel Proust. Fueron necesarios varios decenios para saldar los significados simbólicos sobreañadidos a las diferentes profesiones, ya fueran laudatorios (Iglesia, enseñanza) o peyorativos (publicidad, prostitución). Al término de este proceso de decantación fue posible establecer una jerarquía precisa entre los estatutos sociales basándose en dos criterios numéricos simples: los ingresos anuales y el número de horas trabajadas.
En el ámbito amoroso, también los parámetros del intercambio sexual habían sido tributarios durante mucho tiempo de un sistema de descripción lírica, impresionista, poco fiable. Y otra vez llegó de Estados Unidos la primera tentativa seria de definición de tipos. Basada en criterios simples y objetivamente verificables (edad, altura, peso, medidas caderas-cintura-pecho en las mujeres; edad, altura, peso, medida del sexo en erección en los hombres), al principo fue popularizada a través de la industria porno, que pronto pasó el testigo a las revistas femeninas. Si bien la jerarquía económica simplificada fue objeto durante mucho tiempo de oposiciones esporádicas (movimientos a favor de la "justicia social"), la jerarquía erótica, que parecía más natural, fue interiorizada rápidamente y consiguió desde el principio un amplio consenso.
Desde entonces, capaces de definirse a sí mismos mediane unos pocos parámetros numéricos, liberados de las ideas sobre el Ser que habían obstaculizado durante mucho tiempo la fluidez de sus movimientos mentales, los seres humanos occidentales -por lo menos los más jóvenes- pudieron adaptarse a los cambios tecnológicos que se producían en sus sociedades, cambios que conllevaban a su vez transformaciones económicas, psicólogicas y sociales.

Texto de Michel Houellebecq.

viernes, noviembre 18, 2005

De cazadores nocturnos y solitarios

Hace unos días tomé prestado de una biblioteca un libro de José María Fonollosa titulado Poetas en la noche. De todo lo que llevo leído (que me ha parecido excelente, es una novela en verso) unas estrofas me dieron que pensar:

"Los más, cuando la noche llega, tornan
a sus refugios, cómodos u hostiles.
Repletos y felices unos: otros
hambrientos, desgraciados, quizá heridos.

Unos pocos se quedan deambulando insomnes:
los cobardes o los débiles
o los insatisfechos que no saben
luchar en multitudes. Buscan sobras.

Mientras, los demás duermen y descansan
hasta el día siguiente en que, de nuevo,
hurgarán la basura ávidamente
forzados por el hambre o por el sexo."

Yo, desde luego, pertenezco a la clase de "los que no saben luchar en multitudes". Hasta ahora no me he atrevido a ser un cazador (o mejor dicho, carroñero) nocturno y solitario. Es más suave compartir la soledad en compañía de una serie de "unos" y "ceros" que mirarle directamente a los ojos. Es peligroso, como un sol tiránico, te puede dejar ciego. Pero los vampiros usan gafas de sol...
Empiezo a sospechar que la esencia de Dios se esconde en el fondo de un cubata. Que
una puta es una princesa encantada -hay que darle el primer beso para comprobarlo- y
en los lavabos de las discotecas se puede encontrar alguna escalera para ascender al paraíso pero también para bajar al más oscuro de los infiernos; la noche es una loca enamorada que te lo puede dar todo o/y destrozarte el corazón.
Hablo de cosas que no he vivido (cosa que no se debe hacer nunca) o he rozado con la punta de los dedos. Hace tiempo que no creo en el bien y en el mal convencional (casi ninguno de nosotros lo creemos ya a estas alturas de la película), hablar del mal como belleza quizás sea asunto muy manido. El mal al final produce hastío. Y es ahí donde nuestro solitario quizás se beba la última copa y ya no haya próximo bar.
La soledad es el sello de nuestra época cuyas consecuencias (entre otras muchas) son la depresión, la ansiedad y el vacío. Y una sensación de melancolía después del onanismo.

"Que importa ser poeta o ser basura" Extremoduro

Uno de los lugares en los que se encuentra la poesía (quizás se halle en todas partes) es en la basura de las urbes. Uno de los que han conseguido localizarla ha sido Sabina que nos invita a soñar aunque no sea con cuentos de hadas, después de recordar tantas noches y noches perdidas.

LA CANCIÓN DE LAS NOCHES PERDIDAS

Esta es la canción de las noches perdidas
que se canta al filo de la madrugada
con el aguardiente de la despedida,
por eso suena tan desesperada.
Ven a la canción de las noches perdidas
si sabes que todo sabe a casi nada,
a carrera en los leotardos de la vida,
a bola de alcanfor dormida en la almohada...
Y tiene nombre de mujer
como la soledad como el consuelo,
los fugitivos del deber
no encuentran taxi libre para el cielo.

Esta es la canción de las noches perdidas,
lleva un crisantemo ajado en la solapa,
se sube a la cabeza como ciertas bebidas,
se pega a la desilusión como una lapa,
canta la canción de las noches perdidas,
quema como el gas azul de los mecheros,
sirve para echar vinagre en las heridas,
miente como mienten todos los boleros.
Y tiene nombre de mujer
como mi corazón, como tu olvido,
los fugitivos del deber
no tienen más amor que el que han perdido.

Esta es la canción de las noches perdidas
si quieres te la cambio por un rato en tu cama,
hierve como el ruedo en tardes de corrida,
va como los besos en los telegramas.
Y tiene nombre de mujer
como la libertad, como la nieve,
los fugitivos del deber
cogen su maldición y se la beben

La risotada se cierra sobre mi mismo: un Woody Allen con ansías de depredador, un Don Juan cobarde, un Casanova abúlico, un Rocco Sifredi de 13 cms... en fin que se le va a hacer, uno no puede cambiar sus cartas en la partida de la vida; puede ser que el peligro esté en quedarse en casa escuchando canciones en lugar de vivirlas. Habrá que probar. "Sancta simplicitas".

martes, noviembre 15, 2005

La Emboscadura

Ernst Jünger escritor aventurero tanto en el plano físico como en el intelectual (siguiendo los senderos Heideggerianos) escribió un librito titulado la emboscadura. Realmente interesante, Jünger nos advierte el hecho de que hemos caído en un mundo feliz. De como hasta la disidencia inocente del rebelde la utiliza el poder para legitimarse. El único bastión que resta en pie: la emboscadura. El emboscado es el caminante solitario que se aparte del tablero de ajedrez para dejar de ser pieza; escondido pero no el bosque, uno puede estar en mitad de la calle más abarrotada de la ciudad y ocultarse... detrás de un barniz de mediocreidad (recuerdo haber leido algo de esto en Nietzsche).
El poder ya no lo ejercen los poderosos directamente sino nuestros vecinos, la opinión pública, cualquier persona que te encuentres en un bar, en un parque, en una fiesta es un policía. En la sociedad actual lo que distingue al niño del adulto es la máscara; ¡qué bien sabemos eso de que somos "dueños de nuestros silencios pero..."!

O sigues al rebaño o las ovejas se convertiran en lobos sin embargo hay alternativas. Puedes ser un lobo y oculto tras una piel de cordero seguir al rebaño. De adultos quizás seamos más consciente de ello (en la adolescencia la etapa más urgente, ya que todavía no sabemos lidiar con la soledad, muy pocos son los que se dan cuenta) y quizás por ello seamos más sutiles. Son sutiles tanto las víctimas como los asesinos.
Sin embargo, la soledad nos da la verdadera libertad pero es una libertad que asfixia, que nos hiere. No ha habido época en que la soledad se mostrara tan cruda como en esta, antes Dios nos acompañaba en nuestro particular ascensión al monte calvario ahora Dios está muerto y sabemos que al que van a colgar en la cruz no es al que coronaron con espinas...

Un borracho escribió una vez: "Nunca preguntes por quien doblan las campanas..." Es un hecho que hemos de asumir y responsabilizarnos, citando a Jaime Gil de Biedma, ¿quién me iba a decir a mí que esto de la vida iba en serio? Jünger considera al emboscado como una de las figuras arquetípicas de esta época, pese a que comenzara siendo representada por cierta élite, ahora cada uno de nosotros (intuyo) lleva a un emboscado dentro quizás en algunos sea sólo una vocecita que hay que reprimir, para otros serán los clavos de la cruz y para unos pocos una nueva posibilidad de humilde paraíso sobre todo si se llega a compartir con otros emboscados. ¿O tal vez sea para todos las tres cosas a la vez?

1.Datos del libro.

Título: La emboscadura
Autor: Ernst Jünger
Editorial: Tusquets Editores S.A
174 pags

2. Sumario (del mismo autor, el numerado son los capítulos
acompañado de las frases -o partes de frases- que los conceptualizan).

1. Las preguntas que se nos hacen van simplificándose y exacerbándose. 2. Llevan a disyuntivas, como lo muestran las elecciones. 3. La libertad de "decir no" es restringida sistemáticamente. 4. Está destinada a dejar patente la superioridad de quien hace las preguntas. 5. y se ha convertido en un riesgo 6. que se asume en un sitio tácticamente equivocado. 7. Lo dicho no pretende ser una objeción contra su significado moral.
8. La emboscadura representa una nueva respuesta de la libertad. 9. Los hombres libres son poderosos, aunque constituyen únicamente una minoria pequeñísima. 10. Nuestro tiempo es pobre en grandes hombres, pero produce figuras. 11. La amenaza configura pequeñas minorías selectas. 12. Junto a las figuras del Trabajador y del Soldado Desconocido aparece una tercera figura, el Emboscado. 13. El miedo 14. puede ser vencido por la persona singular 15. si ésta adquiere conocimiento de su poder. 16. La emboscadura, en cuanto conducta libre en la catástrofe, 17. es independiente de las fachadas políticio-técnicas y de sus agrupaciones. 18. La emboscadura no contradice la evolución, 19. sino que introduce libertad en ella mediante la decisión de la persona singular. 20. En la emboscadura la persona singular se confronta consigo misma en su sustancia individual e indestructible. 21. Esa confrontación expulsa el miedo a la muerte. 22. Aquí las Iglesias no pueden dar más que asistencia, 23. pues, en su decisión, la persona singular está solitaria, 24. y el teólogo puede, ciertamente, hacerla cobrar consciencia de su situación, 25. mas no sacarla de ella.
26. El emboscado atraviesa por su propia fuerza el meridiano cero. 27. En las esferas de la medicina, 28. del derecho 29. y del empleo de las armas la decisión soberana corresponde al emboscado, 30. quien tampoco en la moral actúa de acuerdo con las doctrinas 31. y se reserva la aceptación de las leyes. El meboscado no participa en el culto del crimen. 32. El decide la naturleza de su propiedad y el modo de afirmarla. 33. Es consciente de la inatacabale profundidad 34. desde la que también la Palabra otorga una y otra vez plenitud al mundo. En eso está el cometido del "Aquí y ahora".