- - El Blog de Ducados: El jorobado de Vallcarca

domingo, noviembre 20, 2005

El jorobado de Vallcarca

Hace tiempo que no lo veo. Hace unos años cuando estaba en mi primera carrera, allá por el 2000-2001, volvía a casa desde la estación de Zona Universitaria hasta Vallcarca, luego allí me subía al 28, un autobús que me dejaba cerca de casa.

Todas las tardes estaba allí; después de subir las infinitas escaleras de la salida Avenida República Argentina, en el último rellano antes de llegar a la calle, había un hombre pidiendo con una lata de conservas. Apenas pronunciaba palabras inteligibles, su petición se formulaba en sonidos guturales. La ropa no era andrajosa pero sí muy de "pureta". Tendría unos cincuenta años, podría tener más quizás pero solo sabría marcar un limite mínimo de edad. Era bajito y claramente deforme, bastante parecido a Pozí (chepa y brazos enormes en su longitud).

En aquella época me sentía bastante jodido cada vez que lo veía me daba una sensación entrañable, me sentía bastante cerca de él. Los dos estabamos en el universo del fracaso. Otras veces reflexionaba y notaba que me quejaba de tonterías comparado con lo que estaba pasando ese hombre. Tampoco sabía si él podía percibir su situación cómo mísera o si podía la consideraba realmente como mísera. El hombre es un abismo y hay que tener en cuenta el relativismo de los puntos de vista personales. El infierno de unos es el paraíso de otros.

Alguna vez pensé en hablar con él y a invitarle a una cerveza (o a un coñac, me imaginaba que le gustaría el coñac y quizás el tinto) en la tasca más próxima, pero siempre me rajaba por el temor a esos silencios íncomodos de la desafinidad primo hermana del silencio pascaliano solo que aplicada al universo individual. No sabría de que hablar sólo quizás darle un guiño complice. El acto mismo de invitarle a una copa.

Una tarde, dos chavalines se pusieron a hablar con él, mientras fumaba un cigarrillo. Le estuvieron vacilando un rato. Uno de ellos hizo como chocar la mano y al llegar al contacto, la retiraba. Yo me quede parado arriba si le hubieran agredido no sé si hubiera actuado (siempre me quedará esa duda aunque lamentablemente creo que la respuesta es no). Después de esto se marcharon hacia las taquilas. Ojalá el retraso mental libere de la humillación, en ese sentido (como en otros muchos)podría ser liberador.

Hoy si me lo encontrará seguramente le invitaría a algo, tengo la sensación de que se lo debo.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

porque tanto miedo?
miedo a expresar lo que sientes.
miedo a proteger a un semejante.

miedo al miedo.

miedo.

cuidate. dario phong

9:39 a. m.  
Blogger Ducados said...

Ciertamente esta es una de las experiencias en las que no me ha quedado la conciencia tranquila. Ha habido más por el mismo estilo:

1. Unos tíos atracaron a un japonés en la estación de Sants. Yo iba con un compañero de la uni,
ni él ni yo hicimos nada, sólo para tener la conciencia tranquila nos fuimos al conductor del metro ha explicarle lo ocurrido. Tampoco nadie hizo nada, lo cual en lugar de ser un consuelo es, objetivamente, descorazonador.

2. Un poeta un día me paro en la calle cerca de la playa. Charlamos un rato, me enseñó sus poesías (supongo que con el objetivo de que le comprara alguna copia). Yo no tenía nada que hacer, íncluso pensé en invitarle a un bar que estaba al lado a tomar un café. Pero vino el autobús que me llevaba a casa y me fui corriendo sin despedirme.

El miedo, realmente se puede superar al miedo. Mi esperanza, quizás algo ingenua, es que sí.

10:09 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home