Ida y Vuelta
-Y esa vez Pulgarcito lo que hizo fué ir tirando miguitas de su panecillo según iban andando, que les enseñaran el camino de vuelta del Bosque Umbrío; pero, al querer volver...
-Los pájaros se habían comido las miguitas.
-Eso es, Perucho; conque...
-No sabían por dónde, no tenían camino para volver.
-Así es el trance, Cinta. Y ¿qué os parece?
-Lo primero, si era tan listo, ¿cómo no contó que los pajarcitos vendrían a comérselas?
-Quizá es que era muy listo, pero no adivino.
-Y ¿por qué echar miguitas de pan precisamente?
-Se ve que no tenía a mano ni chinitas blancas ni guindillas coloradas, nada.
-Y ¿sólo tenía ese panecillo?, ¿y se quedó sin comer, el pobre?
-Claro, Pisca: se quitaba de comer para poder volver a casa de sus padres.
-Que eran unos bestias, que no querían más que quitarse de encima hijos.
-Es que, si no, Tomás, se les morían todos de hambre.
-Ya, y preferían que se murieran lejos de su vista.
-Bueno...
-Y entonces, lo que Pulgarcito quería era llevarles la contraria.
-Sin saberlo.
-Sin saberlo, ya. Y todo para nada, que vinieran los pajarcitos y...
-¿Pensáis que era para nada?
-Depende: a ver qué paso luego.
-A ver qué pasa ahora: porque yo no tengo ya más cuento que contaros. En este trance estamos, niños: ¿qué podemos hacer ahora?
-Descubrir el camino por tanteos.
-O inventarnos otro.
-Que no lleve a casa de los padres.
-Eso: a otro sitio.
-A un sitio sin caminos.
-A la selva virgen.
-Perdón, Mariola, que me entrometa. ¿Puedo?
-¿Quíén te lo impide, Ambrosio?
-Es que llevo un rato, ahí en el despacho, oyendo tu cháchara con los niños y, como no me dejáis que estudie...
-Bienvenido a la cháchara; y ¿qué se te ocurría sobre el trance?
-Tú ¿crees, Mariola, que es manera de contarles el Pulgarcito?
-¿No es, Ambrosio?
-Para que se queden perplejos y se les ocurran disparates.
-Pues tú ¿cómo se lo contarías?
¡Eso, eso, que se peleen los maestros!
-A callar, mocosos, que esto no es un partido de pelota. Díme, Ambrosio.
-A ver qué es lo que hago yo cuando les esplico la Historia de la Humanidad, las huellas de otros siglos, adónde hemos llegado.
-Eso, sí, ¿qué haces?
-Usted, don Ambrosio, no nos la cuenta para que volvamos por esas huellas. ¿O sí?
-Nada de eso, imberbe: siempre adelante, con el ejemplo que ellos nos legaron.
-Lo que los niños querían, Ambrosio, era encontrar camino para volver.
-Volver ¿adónde?
-Ése era el problema: que no hay adónde.
-No a casa de nuestros padres.
-Y ¿qué es eso de "volver", demonios?
-Que aquí hemos llegado, y no nos gusta.
-Casi que nos da miedo.
-Que estamos hartos de recoger leña, a lo que los padres nos mandaron.
-Y queremos jugar a otra cosa.
-¿Por qué, niños? ¿Qué es lo que no os gusta? ¿No vivís en el mejor mundo de los posibles?
-No les digas eso, hombre: ¿cómo va a ser el mejor, si no tienen más que éste?
-Si hubiérais crecido, como yo, en el hambre de las posguerras...
-Pero, maestro, eso son historias: no están aquí.
-Están porque nos las cuenta, nada más.
-¿Cómo?, ¿que no creéis que sea verdad lo que os cuento?
-Uf, verdad...
-Mire, maestro: los pajarcitos se las han llevado todas por los aires.
-¡Qué corambres de pajarcitos ni...
-Oye, Ambrosio, no te enfurruñes: el problema es que hay que volver y no se sabe cómo; que no va a ser desandando los pasos de la Historia.
-No, Mariola: como que ni se puede: sería ir contra la 2ª ley de la termodinámica.
-¿Qué taco ha dicho usté, maestro?
-Respeto, niño: dice que las cosas pasan siempre en un sentido y no en el contrario, que el camino no puede desandarse.
-Pero no se trataba de desandarlo.
-¿Es que, aparte de un sentido y el contrario, no se puede tirar por otro?
-Ése era el trance: habrá que ver.
-En todo caso, muchachos, permitidme que os diga que la Historia es siempre una enseñanza para cualquier futuro.
-¡Oh querido Ambrosio!, ¿quieres decir que nos enseña una procesión de errores para que no volvamos a caer en los mismos?
-Bueno, pues tal vez...
-¿Qué os parece de eso, niños?
-A lo mejor nos ayuda algo en el problema.
-Sí: que, sin saber cuál es el camino, sabemos que cualquiera menos ése.
-Y eso ya es saber un poco.
-Ya, monitos pelones: como "infinito menos uno".
-Pues eso, maestra, y ¡viva!
-Algo es algo.
Texto de Agustín García Calvo
5 Comments:
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atras, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar"
Esto es hacerse adulto, Ducados. La duda, la inseguridad y la añoranza nos acompañan, hasta que encontramos nuestra senda. Es posible, sigue buscando.
Así es, usuario anónimo. Pero empiezo a sospechar que la madurez es un límite al que nunca se llega completamente...
Afortunadamente...Persevera.
Bonito texto
No, no hay límite, no se acaba nunca de madurar. Siempre aprendes, te equivocas, aprendes, te equivocas....
No llegas a un punto en el que ves que has alcanzado nada, porque siempre hay más allá.
Por ahí se dice que a cierta edad eres una persona madura, pero es sólo un rumor infundado.... Puedes tener una apariencia de lo que se entiende convencionalmente como tal, y seguir siendo tan confuso , vacilante, ilusionado,asombrado ante las cosas, buscador de imposibles como un inmaduro cualquiera. Disincronía que se llama...
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