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domingo, julio 23, 2006

La literatura como tauromaquia

En una entrevista a Enrique Vila-Matas, el entrevistador le pregunta si su primera vocación era ser escritor, él confiesa que no, que en un principio quería ser torero. Pero toreando en su pueblo, siendo niño, a un muchacho que hacía de morlaco, surgió una cabra y al encontrarse con un animal de verdad, le entró pánico y decidió abandonar su vocación. Pero en una apostilla a esta confesión, plantea: "Ahora toreo de otro modo, la literatura como tauromaquia."
Hace tiempo que pienso que cada ser humano debe de lidiar con su propio vacío. Puede que muchas personas no sean conscientes de ese vacío más que en ocasiones muy particulares, pero no cabe ninguna duda de que en un momento u otro se hallan a su encuentro y se muestran desnudas frente a él. Y quizás la vida se trate, ni más ni menos, que jugar con ese abismo, cada cual a su forma y a su modo, a convivir con las sombras.
La cultura puede ayudar a convivir con esas sombras. No me refiero a la cultura como el sistema de la sociedad organizada, tal como lo entendía Freud, sino precisamente a la cultura como aprendizaje para realizar el viaje al abismo, para ser un espectador de las oscuridades interiores. Freud plantea que las drogas pueden ser una forma de escape de la realidad atormentadora. Pero creo que al final las drogas hacen reaparecer más frecuentemente el abismo y no proporcionan ningún aprendizaje para caminar a través de él. Acaban alzando los muros de la esclavitud. La cultura en cambio ayuda a comprender y esto colabora a que seamos más libres.
La literatura como tauromaquia. Cioran escribía cuando tenía ganas de darse un tiro en la cabeza, Bukowsky hace referencia al acto de escribir como una lucha, Nietzsche comenta que aquellos libros que valen la pena son los que están escritos con sangre. Todo remite a lo mismo, en este caso no ya la literatura, sino el oficio de escritor como jugador de lo peligroso, como creador de arte con lo más intolerable y peligroso igual que el torero convierte en arte a la muerte, la manipulación creativa ante lo trágico.
La muerte es la otra cara de la vida, una condición sine qua non para que podamos llamar a esta última con este nombre. Cuesta mirarla a los ojos y quizás en esta época sea en la que estemos menos preparados para ella. Alejamos a los viejos y a los enfermos de nuestras casas encerrándolos en hospitales para alejar a la pálida dama de nuestra vista. Según Montaigne la filosofía es un aprender a morir, esta afirmación es totalmente humanista porque lo que diferencia a los humanos de los dioses es su condición de mortales, hoy podemos decir que ante el olvido de esta diferencia nos hallamos en una sociedad olímpica. Los países occidentales están poblados por masas olímpicas, es decir de no-vivos. Porque estar vivos y ser humanos se trata de reconocer nuestra condición de mortales y crear nuestra vida a partir de esa certeza, ser conscientes de que estamos ardiendo y que nuestra llama se apagará en una fecha anclada en un punto del futuro. Aprender a jugar con la muerte, en definitiva.

1 Comments:

Blogger Ducados said...

O con la vida que es lo mismo, jouer avec la vie

6:19 p. m.  

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