- - El Blog de Ducados: Discurso de Marcela

miércoles, enero 25, 2006

Discurso de Marcela

En el discurso que lanza Marcela a los cabreros, en las primeras páginas de El Quijote, podemos ver la proclama de una protofeminista por la dignidad de la mujer en los albores del siglo XVII. Pero yendo un poco más allá actúa como vacuna contra el amor posesivo y devorador (una doxa "romántica" mal entendida) cuya comprensión puede colaborar y facilitar el tránsito de la adolescencia a la madurez emocional, la existencia del "otro", la asunción de la alteridad. Os dejo con el erasmista y emulador del Eros que conecta las diferencias enlazadas, Cervantes .

(Texto extraído del capítulo XIV)

- No vengo, ¡oh, Ambrosio!, a ninguna cosa de las que has dicho -respondió Marcela-, sino a volver por mí misma, y a dar a entender cuán fuera de razón van todos aquellos que de sus penas y de la muerte de Grisóstomo me culpan, y así ruego a todos los que aquí estáis, me estéis atentos, que no será menester mucho tiempo ni gastar muchas palabras para persuadir una verdad a los discretos. Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis, decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable, mas no alcanzo que por razón de ser amado esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir: Quiérote por hermosa, hasme de amar aunque sea feo. Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad. Que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cual habrían de parar: porque siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos; y según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa, me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más que habéis de considerar, que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es, el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene; puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprendida por ser hermosa que la hermosura en la mujer honesta, es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin los cuales, el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que el cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que por sólo su gusto con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos, con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista, he desengañado con las palabras. Y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro alguno el fin de ninguno dellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura, me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él con todo este desengaño quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y presupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mi la culpa. Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confiese el que yo llamare, úfanese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo, aun hasta ahora, no ha querido que yo ame por destino; y el pensar que tengo de amar por elección, es excusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan, de su particular provecho; y entiéndase de aquí adelante que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni de desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar celos; que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel, y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles , ¿por qué se ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas. Tengo libre condición, y no gusto sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie: no engañó a este, ni solicito a aquél; ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretienen: tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ciertemente, tenemos en este "Dircuso de Marcela", todo un alegato feminista, de los de verdad, y no de los de "odio a los machos".Que ha habido mucho de esto,perdiendo la verdadera esencia del feminismo. Somos distintos, mal que nos pese, ni superiores, ni enferiores, simplemente y llanamente distintos, pero todos personas a respetar. Nuestro destino es colaborar y no enfrentarse tontamente. La mayor riqueza de una persona es su propia esencia personal y su "libre condición" como bien dice Marcela. Que "nos es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita".

Femina, feminista.

8:38 p. m.  
Blogger Ducados said...

El discurso agresivo de un sector determinado del feminismo a hecho mucho daño a esta ideología sin duda.

La mayor parte de las veces el peor enemigo de un sujeto está en si mismo.

Un saludo.

3:21 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home