- - El Blog de Ducados: Retorno a Nietzsche

sábado, enero 21, 2006

Retorno a Nietzsche

En el post anterior, Cambio de Paradigma, comenté que "tenía que darle a Argos la razón". La mayoría de los lectores de este blog que provenís del consejo de sabios, ya sea el de Vicenta o el de Raúl ya conocéis a Argos. En el de Raúl mantuve una polémica sobre Nietzsche con él, posicionandose él a favor y yo en contra. Yo consideraba que pese a que toda la filosofía moderna está claramente influída por él, Nietzsche ya había sido superado por la Escuela de Frankfurt (Adorno, Horkheimer, Marcuse o el heterodoxo Habermas). Ahora he de reconocer que había entendido mal a Nietzsche y posiblemente a la famosa escuela. Tampoco entendía bien en que consistía la hermenéutica y su peculiar dialéctica, respecto a mi menosprecio a esta.

Todos (o todo aquel que tenga inquietudes) leemos a Nietzsche en nuestra adolescencia, yo lo leí algo tarde a los 18 años. Trozos del Zarathustra y Más allá del bien y del mal (libros gemelos), tuve un interés enorme en aquella época por él, ahora tengo casi toda su obra en la biblioteca (al menos los libros principales). Quizás mi alejamiento se produjo por culpa de mi primer brote -esto no lo he contado en Resurrección- pues leía por aquella época a Nietzsche, Cioran y Houellebecq. Mal interpretados es una bomba absoluta de arrebatos y más en estado pre-psicótico -aunque también te puedes tirar por la ventana viendo Superman-. Mi madre le contó al psiquiatra lo que leía y me prohibió leer a Nietzsche (a Cioran no, cómicamente interpreto que no lo conocía porque para un loco es muchísimo peor). Entonces empecé a leer a Platón, Séneca... filósofos de la moderación (a ver, son mucho más que esto que digo pero estamos hablando de impresiones exofilosóficas). Y empecé a desdeñarlo con estas y otras lecturas.

Hace unos meses, en Septiembre, volví a la universidad. Ahora estoy estudiando filosofía en la Uned, matriculado de cuatro asignaturas. Entre ellas Historia de la Filosofía. Y de aquí viene el fenómeno, unas de las causas de mi cambio de paradigma y retorno a Nietzsche.

Nunca he llegado a comprender el eterno retorno, mi interpretación de este era la misma que la de Borges y con todo el dolor de mi corazón, he de decir que tanto el genio porteño como yo estabamos equivocados. Era una visión muy superficial de lo que realmente significaba. Ambos lo interpretabamos en una dimensión temporal.

El eterno retorno es tanto una figura que rompe el efecto progresivo causa-consecuencia, cómo un método analítico o mejor dicho una perspectiva analítica. No es un mero ciclo fenoménico, va mucho más allá, es una perspectiva óntica.
Nietzsche no fue el primero sino que lo redescubrió, el Aristóteles que conocemos ahora (el Aristóteles presocrático) fue el que lo puso en la palestra para reconducir la tendencia órfico-pitagórica que se estaba apoderando de la Academia. Al final triunfó el protocristianismo, como ya sabemos.
Los presocráticos no necesitaban de esta figura porque las velas del pitagorismo no amenazaba las costas en las que se bañaban aunque, evidentemente, jugaban plenamente en este terreno. Prometo pararme, detallando más, la interpretación que hago ahora del eterno retorno, ya que solo he señalado su caracteriología no de lo que se trata.

Respecto al superhombre, como bien señalaba Argos, es mejor decir ultrahombre. Por Vattimo y Ortega yo también sabía que el verdadero significado era ultrahombre. Recuerdo que en su "Introducción a Nietzsche" (magnífico texto para introducirse en la obra del eremita de los Alpes) señalaba que el filósofo en uno de sus últimos textos, recogido bajo el título "La voluntad de poderío" afirmó que el Yo era una ficción. Yo pensaba que aquí Nietzsche (como buen filólogo) tenía en cuenta el lenguaje y con esa mirada profunda que sabe ver a la lejanía vislumbraba a Wittgenstein y a Habermas. Pero la cuestión aquí es que, no sé si era en las mismas lineas del italiano, Nietzsche a pesar de todo su individualismo no creía en la teoría del heroe de Carlyle. Es decir en Alejandro-Hitler, en la "hybris" sin control. Quizás deberíamos hablar más generalmente de una expresión de deseo y también de libertad. Pero la libertad exige autocontrol porque sino somos presa de nuestros instintos y el deseo se torna dolor. He aquí la fortaleza del ultrahombre, liberar el deseo sin que nos encadene, comunidad de reyes-sabios que miran de frente a la vida, olas bravas en el mar y dulces en la ribera. Quizás haya que interpretar al ultrahombre de forma epicúrea (Nietzsche ensalza a Epicuro en el Viajero y su sombra).

Por eso, para ser sincero conmigo mismo tuve que suspender la dialéctica que mantuve con Argos, ahora sé que he de darle la razón. Cuidado, no me precio de entender aún "realmente" a Nietzsche y tirando un poco más lejos hago esta oración en plural. ¿Realmente hemos entendido, aún, a Nietzsche? ¿Hemos comprendido todas sus consecuencias?

Pese a estas últimas preguntas, creo que Nietzsche se interpreta de miles de formas (como he venido apuntando, no todas son correctas aunque quizás haya más de una válida) y que pudiera ser que exista una ida y vuelta permanentemente en él ya sea alejándonos de él o despojándole de sus infinitas máscaras para observar otras nuevas, mi estupidez se consuela con las últimas frases de la primera parte del Zarathustra:

"¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo.

En verdad, este es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aún mejor: ¡Avergozaos de él! Tal vez os ha engañado.

<...>

Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí, volveré entre vosotros."

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Amen.

8:42 p. m.  

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