- - El Blog de Ducados: Resurrección III (Flashback)

sábado, diciembre 31, 2005

Resurrección III (Flashback)

Enero, Febrero y principios de Marzo del 2002. Barcelona.

Estaba literalmente machacado por el desastroso desenlace del "enamoramiento" que sentí por mi vecina. Cada día más triste y apagado, en casa casi ni hablaba; mi madre llegó a decir un día que me iba a morir de pena. Por otra parte, el riguroso régimen que me impuse funcionó, pero daba igual. Me veía extremadamente cabezón con el minúsculo cuerpo que me había quedado, deforme.

En aquellas fechas estaba estudiando Ingeniería Técnica Agrícola en la Escuela Superior de Agricultura de la calle Urgell, dentro del inmenso recinto de la Escola Industrial. No estudiaba nada y con los compañeros no me iban muy bien las cosas. Yo provenía, el año anterior, de Ingeniería Geológica que se realizaba en la Facultad de Ingenieria de Caminos (en el complejo del Campus Nord de la UPC) y allí me fueron los estudios fatal, estaba desmotivado: la carrera no me atraía nada y estaba más preocupado por las relaciones sociales. Por lo que me fuí con un amigo que hice allí, a la Facultad de Urgell e hícimos otros dos amigos. Eramos cuatro tíos pero nos automarginabamos, en lugar de estar con el resto de compañeros charlando en los descansos, nos encerrábamos en el aula. Para más inri, yo me reía descaradamente de los guays de la clase e íncluso delante de ellos, por lo que poco a poco y por mi comportamiento taciturno me fui ganando la fama de "freak". Se escuchaban risitas y notaba que algunos calificativos peyorativos como Mr Potato (me lo decía a mi mismo por mi cabezón, ante los otros tres amigos) se los fueron apropiando. Una de las salidas que hicimos al campo fue especialmente lamentable: mi padre me llevó en coche a Torre Marimón (donde por aquel entonces se hacían las prácticas de Agricultura) y el sector femenino del grupito de los guays empezó a burlarse de él -me acuerdo especialmente de una, a la que yo llamaba "mordisquitos", como el bichito de Futurama, por tener unos dientes como Ronaldinho-, no me sentía con ánimos de un enfrentamiento (además ir a por las chicas hubiera sido indigno y hubiera quedado mal) así que lo dejé pasar; después el lidercillo de las guays hacía alusiones sobre mí, decía "habéis visto, el que habla tanto lo que ha hecho", etc. En fin, logré aprobar dos asignaturas, es decir, las dos que me presenté pero me importaba un carajo.

Al final, me quedé palido y con ojeras supongo que tendría un principio de anemia. Empecé a hacer cábalas con mi deformidad y el sufrimiento que pasó en vida el Nazareno, pensé que él también pudiera ser un ser humano deforme (íncluso mutante) y por eso padeció tanto. Ese fué el inicio de mi delirio. Él y yo estabamos en la escala más baja, darwinianamente hablando y, como yo en esos momentos, tenía la teoría de que cuanto más sufría un ser humano, más se acercaba a la verdad, nosotros nos habíamos acercado más que el resto de terrícolas a la verdad absoluta de la existencia.

Dejé de ir a clase; me pasaba el día caminando por Barcelona, alejado de la realidad. Unas veces iba al puerto y miraba hacia el mar especulando teorías para alcanzar la dichosa verdad, otras caminaba sin rumbo por calles desconocidas hasta que encontraba, por casualidad, alguna calle conocida para volver a casa. Algunas, volvía a la universidad para coger algunos libros de la biblioteca y recavar información para la Teoría de la Gran Unificación pero una vez en casa me era imposible concentrarme, estaba sumergido en otra realidad, en la locura.

Segunda quincena de Marzo de 2002. Barcelona.

Desde segundo de EGB era amigo de una chica del barrio, la llamaremos N. Recuerdo que el día que cobré interés en ella (y se forjó nuestra amistad) fué un día que en clase infantil de inglés extraescolar, me dijo que su madre decía que ella y yo eramos novios, le pregunté aquel día si ella estaba interesada por mí, contestó que sí. Quizás me engañe la memoria o el orgullo y no fuera exactamente así. De todas formas creámoslo. Hicimos todo el EGB juntos, el BUP y el Bachillerato LOGSE -pertenezco a la generación que no nos pilló la ESO pero sí, el nuevo bachillerato- y aún estando en la Universidad, ella y yo, seguíamos quedando... como amigos.

Como conté en la primera parte de estas líneas yo ya estaba completamente loco. El significado comunmente aceptado de los objetos reales tenía un sentido óntico añadido para mí, quizás sea eso que llaman los psiquiatras paleopensamiento. Pasaba días enteros sin dormir, escribía frenéticamente textos, sin sentido para alguien que no fuera yo (el día del paroxismo, mi padre los tiró con furia a la basura haciéndolos pedazos) e íncluso un día creí perfeccionar los postulados éticos de Kant y refutar a Hume. Como una regadera. Un día me la encontré por la calle y me comentó que podíamos quedar con una amiga suya en su casa (de N) para ver el Barça-Madrid. Acepté, íncluso quedaríamos un poquito antes porque N tenía que hacer unas compras.

Llegó el día convenido. Era por la tarde y estábamos ya sumidos en la oscuridad de la ciudad. Aquí la memoría es muy engañosa, sólo tengo imagenes bastante difuminadas de lo que pasó; te sigo pidiendo lector, que hagas el pequeño esfuerzo de hacer como que te lo crees. Recuerdo ir por el paseo Maragall y cruzar corriendo un semáforo en rojo, y yo sin mirar a ninguno de los lados por los que cruzaban coches. Entonces me vino el delirio que en el montón de cruces que yo había hecho con N y con su madre sin mirar me debía de haber atropellado algún coche. Estaba claro, -pensé- estoy muerto.

Fuimos a comprar ropa. No me acuerdo que compró ella, yo adquirí unas bambas sin cordones, tipo zuecos. No me sentía cómodo y tampoco me gustaban pero me los compré, ella me advirtió de que si no me sentía a gusto no me los comprara pero no le hice caso. Luego nos fuimos a su casa. Yo pensaba en aquellos momentos que si estaba muerto estaba a punto de conseguir la verdad (la muerte es el sufrimiento máximo, creía yo), unicamente me faltaba el éxtasis místico para conseguirlo. Y en el mundo de la realidad, el destino me deparaba -estaba convencido- que N y yo después de ver el partido acabaríamos haciendo el amor y en el momento más intenso del orgasmo alcanzaría el sentido del Universo y
yo desaparecería de este mundo.

Ya en su casa estabamos N, su madre y yo. Después llegaron su amiga y el padre de N. Nos prepararon un piscolabis, comí muchísimo. Después pizza y jamón dulce, fuí incapaz de separar con los dedos las lonchas del jamón de york y cogí varías de una vez. Luego nos dirigimos todos al salón y ponen TV3. Empiezan a retransmitir el previo del partido y hacen un minuto de silencio por un chico que fue asesinado. Ese soy yo -pensé- estoy a las puertas del más allá. Se oyé un silbato y empieza el partido. No logro concentrarme en la televisión, me quedó mirando al techo, las luces de la lámpara y empiezo a sentir un calor abrasador. La luz de las bombillas me ciega.

En un momento determinado de la segunda parte, digo: disculpadme pero tengo que confesaros algo. Todo el mundo se queda mirándome. Tenía que purificarme antes de realizar el coito para alcanzar el éxtasis:

-¿Qué pasa?

-N. a veces he hablado mal con el resto de chicos cuando hablábamos de tí.

El padre de N, me mira confuso y hace un signo de desprecio con la mano pero le noto asustado. Su amiga se ríe, pero dubitativa, diciendo "Este Ducados", su madre se queda callada y N me dice que hablemos en su habitación. Y vamos allí su amiga, N y yo. No me acuerdo de la conversación, creo que eran explicaciones y matices sobre el asunto, en definitiva, ella no le dió importancia. Recuerdo a su madre (que entró después) diciéndome que debía tener más personalidad. En fin, luego les digo que me marcho a casa porque mis padres deben estar preocupados. Me fuí a la calle, sin éxtasis.

17 de Marzo de 2002, Barcelona.

Al día siguiente me entra otro delirio, si la verdad no se alcanzaba por el éxtasis quizás la conseguiría mediante el sufrimiento máximo puro y después de eso moriría. Lo identifiqué con el desamor y contando con que N no me iba a aceptar, conseguiría el máximo dolor, me la jugué. La llamé por teléfono y le dije que quería hablar con ella, que era urgente. Ella me dijo que tenía que ir al grupo de post-confirmación y que podía hablar con ella por el camino. Así que por la tarde fuimos caminando hasta el colegio dónde estudiemos Bachillerato. A la puerta de su casa, le dije:

-Tengo que confesarte, algo.

-¿Qué?

Le sostuve la cabeza con las manos para darle un beso pero ella se escabulló.

-El destino nos ha unido, N.

-No creo en el destino.

-¿No me quieres?

-Cómo amigo...

Fuimos conversando en todo el trayecto yo a veces en voz alta por dolor (o simulando dolor) lleguemos hasta el colegio. Fuimos a la entrada por un callejón y vi a un grupo de chicos que esperaban al catequista, algunos eran ex-compañeros de clase. Aún hoy, no sé si se enteraron de mi declaración amorosa delirante (me parece extraño por las voces de dolor que pegué), supongo que sí. Al verlos les di la mano, me despedí y me fuí.

Estuve buscando por la calle Tajo un bar para emborracharme, una hora
paseando (cuando hay tropecientas tabernas en esa calle) hasta que salí de mi mundo irreal y me fijé en uno. Pedí un vodka con lima pero como no tenían, bebí una coca-cola. Otra vez para casa.

Continuará...

PD: Aquí enlaza con Resurreción, primera parte. Lo que escriba en Resurrección IV, es la continuación de Resurreción, primera parte.
Y si quieres ver el capítulo anterior a este clica aquí, Resurrección II.
Feliz Año 2006.