- - El Blog de Ducados: Política del cielo

miércoles, diciembre 28, 2005

Política del cielo


-Ven conmigo, Susanilla: vamos a escaparnos a la terraza de este bloque horrendo donde te han traído a vivr tus padres.

-¿Hay salida a la terraza?

-Ya la he visto, por una escalerilla disimulada detrás del último piso de ascensor.

-¿Una puertecilla con PROHIBIDO EL PASO?

-Sí, pero es para que ningún niño se le ocurra asomarse a mirar el cielo, que es a lo que vamos.

-Y ¿si se dan cuenta los padres?

-Están presos de la pantalla: no hay cuidao.

-Pero ¿a qué vamos.tía? Yo el cielo ya lo he visto.

-Eso es lo que te crees. Venga, sube. Cierra detrás la puertecilla. Ya estamos. Mira la noche clarita que nos han dejado, sin una nube, y la luna sin salir todavía, claro, porque está entrando en menguante.

-¿Por eso? Cuanto más mengua, ¿más tarde sale?

-Pero lo mismo le pasa cuanto más crece. Siempre más tarde cada día.

-No sé si lo entiendo.

-Basta de momento con que no lo entiendas: la mayoría ni se lo preguntan.

-Y aquel lucerito algo rojizo será el Marte de que hablaban los periódicos.

-No el de los periódicos: este; que lleva meses rondándonos de cerca. Olvida las noticias y vamos a quedarnos las dos calladas un rato, un rato largo, a ver si pasa algo o no nos pasa nada.

-¿Mirando al cielo?

-Viéndolo, dejándote verlo nada más.

-Bueno.

-Eso, así.

-¿Cuánto rato llevamos?

-Se me ha perdido el reloj, niña, y tú no tienes.

-Ya parece que quiere salir la luna, aquel resplandor por detrás de las torres nuevas, ¿no?

-Déjala que suba como pueda. Entre tanto, ¿has visto las figuras que hacen las estrellitas?

-¿Las constelaciones?

-¡Qué culta eres, niña! Sí, ésas. Mi buen padre, cuando yo era niña, el abuelo que no has conocido, me sacaba al campo y tenía empeño, el hombre, en que aprendiera el nombre de las figuras de cada cielo según el rodar del año: la cola de Casiopea, el racimillo de Pléyades o Cabrillas, la traza de Orión y de su perro con Sirio a la punta del rabo, si me acuerdo (no me hagas mucho caso), que se me habrán borrado o confundido con el tiempo.

-Y ¿por qué esas figuras de estrellas? ¿Qué sentido tienen?

-Ya tú sospechas que muy poco, desde que sabemos que las estrellas que forman una están a miles de años-luz más distantes las unas que las otras. No era más que nuestro punto de vista lo que las hacía, sólo para nosotros, que a ellas les da lo mismo.

-Pero están bien, para hacernos un mapa, una idea del cielo, que, si no, se pierde una.

-Sí, para eso sirven. Lo que pasa es que eso de hacernos nosotros una idea y mapa del cielo no está claro tampoco para qué sirve. Mucha fantasía han echado los hombrecillos sobre el cielo a lo largo de los pocos siglos de su historia: esas figuras les servían para creer en una esfera de estrellas fijas que cada noche les giraba alrededor, cambiando al ritmo de las estaciones, pero peor todavía cuando imaginaban un influjo sobre sus vidas de las estrellas y esos planetillas que se movían a sus leyes o caprichos en las esferas más cercanas, y se hacían cartas astrales y horóscopos de sus destinos.

-Y que se los siguen haciendo, y muchos que se lo creen y se lo compran. Y ¿todo falso?

-Naturalmente: el caso es no dejarse ver el cielo, no correr el peligro de perderse en la evidencia de lo sin fin.

-Pero ahora, tiíta, no son ya fantasías: ahora sabemos mucho de Astronomía, de Físicas del Universo, Cosmologías, ¿no?

-Y que eso no son fantasías, que son verdad: ¿tú te lo crees, muchacha?

-Bueno, hay que creer a los que saben; y la prueba, ahí tienes los viajes espaciales, las misiones de satélites a Venus, a Marte, a pisar la luna, que ya se ha hecho.

-Calla, tonta: eso ¿crees tú que lo han hecho porque sabían la verdad? Eso es más bien la prueba de lo falso y fantasioso; ¿te han contado por lo menos a cuánto montan esos brincos de saltamontes científicos del espacio en relación con la distancia de la estrellita más cercana, no digamos de las galaxias que van registrando en sus telescopios?

-¿A un infinitésimo?

-Eso es ya mucho decir. Y, ya ves, con esas imaginerías te quieren hacer creer que nos estamos aproximando a la verdad, y para ellas mueven programas científicos y finanzas gigantescas.

-¿Para nada?

-Para la falsificación, que es lo que le interesa al Capital de Dios y sus hombrecillos: para que te creas que sabes, que sabemos, y te quedes tranquilita.

-¿No me creo nada?

-Anda, déjate aquí conmigo reírte un poco de la Conquista del Espacio.

-Me reiré bajito: da algo de miedo.

-Sin miedo: déjate ver el cielo, perderte en lo sin fin. Son lo mismo el cielo y tus ojos niños.

-¿Esa es la verdad?

-Claro: porque no se sabe.

Texto de Agustín García Calvo en Dialogos de Gente (ed. Lucina) páginas 141-143.